miércoles, 21 de octubre de 2015

Cállense, putos

Es 1977 y Pink Floyd gira por el mundo presentando su disco Animals. La gente habla a los gritos. Roger Waters empieza a tocar la canción “Pigs on the wing”. No canta, apenas susurra, acompañado por una guitarra acústica. De repente, se escucha cómo explota un petardo entre el público. Entonces, Waters se embola y le dice a la audiencia (la traducción es libre):

“Uh, pero la puta madre, dejen de tirar petardos y de gritar, ¡estoy tratando de cantar una canción! O sea, no me importa, si no quieren escuchar váyanse a la concha de su madre. Estoy seguro de que hay un montón de personas acá que sí quieren escuchar, así que quédense en el molde. Si quieren tirar petardos, vayan afuera. Y si quieren gritar y hacer bardo, vayan afuera. Estoy tratando de cantar una canción que mucha gente quiere escuchar. Yo la quiero escuchar”.

Este audio tiene, de alguna manera, lo que en 1979 se transformaría en parte del concepto de The Wall: el artista enojado con su audiencia, que empieza a odiar el mundo del rock y crea una pared simbólica a su alrededor para aislarse de todos.

Esto con Pato Fontan** no pasaba.