sábado, 13 de julio de 2013

"El rock se convirtió en una industria"


Ricardo Mollo y Diego Arnedo se caracterizaron siempre por su capacidad de reinvención y saber adaptarse a las circunstancias, empezando por la muerte de Luca Prodan, el big bang que dio origen a Divididos y a Las Pelotas. Luego, el trío formado por los ex Sumo y el baterista de turno atravesó todas las situaciones imaginables para un grupo de rock: sufrieron el fracaso comercial con su primer trabajo (40 dibujos ahí en el piso, de 1989); el éxito abrumador con el tercero (La era de la boludez, de 1993); el caos heredado del estrellato inesperado (que provocó la salida de Federico Gil Solá); grabaron en Abbey Road el disco que marcó su volantazo más notorio (Narigón del siglo, yo te dejo perfumado en la esquina para siempre, de 2000); perdieron a otro baterista (Jorge Araujo) y se llamaron a un silencio discográfico de ocho años en el que profundizaron la madurez que comenzó en Gol de Mujer (1998), el álbum grabado tras la pancreatitis que acosó a Arnedo y casi lo deja fuera de juego. El cambio de vida radical de Mollo dos años después de la operación de Diego fue otra señal, que musicalmente se empezó a notar con experimentos aislados durante toda la década pasada.
Ahora, con el baterista Catriel Ciavarella asentado y catalogado por muchos como el mejor de todos los que pasaron por el grupo; Divididos salió del ostracismo de la sala de ensayo y encontró un equilibrio justo entre popularidad, respeto y libertad. La impresionante performance en vivo de la banda, la calidad de Amapola del 66 y especialmente su búsqueda interior hacen pensar que a Divididos todavía le queda mucho para dar.
Antes de regresar a Salta, Ricardo Mollo habló sobre el presente del grupo, sus raíces y el futuro.

- Vuelven a Salta después de seis años.
- Es mucho tiempo
- Casi como esperar Amapola… (risas)
- Sí, qué cagada. Pero bueno, ahí estamos. Por suerte ya estamos yendo.
- Acá en Salta hay como un debate interno, porque el rock no convoca tanto y verlos a ustedes en un lugar relativamente chico (para 2 mil personas) hace pensar que ese resurgimiento que se dio después de Amapola… no se ve aún en nuestra provincia. Como que tendrían que estar tocando en un lugar más grande.
- Es que nunca pudimos tocar en un lugar más grande. Eso es lo que pasa. Entonces, nos adecuamos a las situaciones y por eso también nos cuesta tanto hoy. Pero bueno, vamos a ver qué pasa esta vez.
- ¿Están haciendo un show similar a Audio y Agua?
-  No, estamos mezclando mucho. Porque no podemos ir a Salta después de seis años sin tocar y tocar el nuevo disco solamente. Vamos a tocar muchos temas del nuevo disco pero también vamos a hacer un recorrido por toda la discografía.
- Pensando en esa recorrida, ustedes grabaron en todos los contextos. Desde Abbey Road a la sala de ensayo, desde Santaolalla a trabajar solos. Recorrieron todos los caminos que una banda puede explorar a la hora de grabar.
- Fuimos probando todo, además para no repetir situaciones. Cuando hicimos La era de la boludez, que fue la primera vez que viajábamos a grabar, y que viajábamos, porque yo no había salido del país hasta ese momento, salvo Chile o países limítrofes, pero nunca habíamos viajado así, más de diez horas arriba de un avión. Fue toda una experiencia, para nosotros, muy fuerte, muy enriquecedora; por conocer estudios donde han grabado grandes músicos que nosotros hemos escuchado durante toda la vida. Y estar grabando en ese lugar fue una gran experiencia. Lo que sucedió al disco siguiente fue intentar otra cosa desde los temas a la forma de grabar. Todo el tiempo, todos los discos fueron teniendo sus características y sus formatos bastante opuestos al anterior disco, porque entre La era… y Otroletravaladna realmente hay grandes diferencias musicales. Pero bueno, eso es un poco también el divertimento: idear qué vas a hacer y cómo lo vas a hacer.
- Todos criticaban el tiempo que se tomaron para editar Amapola…, pero demostraron que con tiempo y tomando decisiones pacientes pueden hacer un disco como el que sacaron.
- Yo creo que sí. Además, si no tenés nada para decir, está bueno que no hagas un disco porque sí, ¿no? Yo he escuchado a bandas que han tenido un gran éxito y de pronto, el disco siguiente, es como que se nota un poco que está apurado, que no pudieron madurar todo el disco anterior y la tocada y todo eso y ya te meten en el estudio. Pero eso es un poco también la presión cuando tenés una compañía discográfica atrás o estás un poco apurado. En realidad, nosotros no teníamos ningún apuro de nada y cuando pensamos que teníamos las canciones para mostrar, hicimos el disco.
- ¿En la época de Otroletravaladna les pasó eso? ¿El apuro de la discográfica y de ustedes mismos?
- No, eso fue un poco… nos pegó un poco fuerte haber hecho un disco que lo escucharan más de las personas que esperábamos. Y eso a veces tiene un costo muy fuerte en decir “no, bueno, pero ¿por qué si no tocás ‘Qué ves?’ la gente se va de los shows?”.  Para nosotros fue un poco entender qué significa que las canciones ya no te pertenezcan. E hicimos un disco un poco en una forma de divertimento y de mitigar un poco la angustia de eso, ¿no? De la sobreexposición de un día para el otro. Pero bueno, fue una buena experiencia igual porque logramos hacer música desde otro lugar.
- Y es el disco menos comprendido, junto con 40 dibujos ahí en el piso.
- (Se ríe) Sí, pero creo que es uno de los más sinceros, porque realmente ese disco muestra cómo estábamos en ese momento.
- Ya desde el título.
- Por eso (risas).
 - ¿Por qué editaron el DVD del Luna Park y no el de Tilcara?
- Porque el de Tilcara es más complejo que este. Este era el formato de estar adentro de un estadio y ya. En cambio el de Tilcara tiene toda una historia. Nosotros estuvimos casi diez días en Tilcara, previos al show. Fueron muchas vivencias y nos pasaron un montón de cosas y está todo filmado. Tenemos 80 horas filmadas y nos gustaría un poco mostrar eso. Mucha gente conoció el Norte a través de la tocada que hicimos en el 2000 y mucha gente conoció el Norte a partir de la ida a presentar Amapola… a Tilcara. Entonces yo creo que es muy bueno que se conozca. Obviamente, mucha gente conoce el Norte argentino porque es lo más lindo que hay en este país, pero mostrárselo a los que no lo conocen. Gente que yo he hablado. Me han dicho “loco, yo me iba a veranear todos los años a la costa. Ahora conocí esto que es una alucinación, un paraíso. Entonces, es como mostrar más allá de la música, mostrar los lugares. Y lo que tiene el DVD de Tilcara, lo que va a tener es que va a haber una vivencia de todo lo que pasábamos con los ensayos con los músicos y los lugares. Entonces, estamos buscando ahora un director que nos ayude a armar eso.
- Además está el “inconveniente” de la lluvia de último momento, que le dio otro significado también.
- No (se entusiasma), aparte no sabés: ya lo vimos a eso. Y es tremendo. Hablando con el equipo de filmación, ellos estaban como haciendo la cosa de una manera más estándar. Cuando empezó a llover, se generó una magia que cuando lo ves filmado es tremendo lo que pasa, es muy lindo. Entonces, la lluvia fue un valor agregado.  Fue realmente saber que la naturaleza está antes que todos nosotros y que el ego te lo metés en el orto (risas), ¿entendés? Cuando pasan esas cosas te das cuenta de que no somos nada. La gran madre es la naturaleza.
- Todos recuerdan verte saliendo al escenario con el cuadro de la virgen.
-  Y sí, claro, me hice creyente (risas).
-  Y paró enseguida la lluvia y un montón de gente que se estaba yendo, volvió.
-  Fue genial. Porque aparte, el loco, el intendente de ahí de Tilcara, me decía “¡Tomá el cuadro de la virgen, mostralo!”, me decía y yo salí, agarré el cuadro, lo puse así y paró la lluvia y la verdad que fue mágico. Entonces, claro, todas esas cosas estaría bueno que se puedan ver y disfrutar de la manera que lo disfrutamos nosotros ahí, por eso nos tomamos el tiempo. Lo que sí, teníamos que hacer un DVD porque no tuvimos en nuestra carrera un DVD como la gente. Nunca hicimos nada. Entonces era la primera vez que íbamos a hacer algo bueno. Entonces sacamos primero el Luna Park, que era mucho más fácil de hacer.
- Claro, o sea que la premisa de laburo es igual a la de Amapola…
- Exacto. Además, a conciencia. Si no está bien… tenemos, por ejemplo, filmado cuando hicimos Vivo Acá en el Gran Rex pero no nos gusta, entonces sacamos el disco y no sacamos el DVD porque no nos gustan las imágenes. Son aburridas, es una cosa que… No está bien hecho y la verdad que preferimos que eso no salga. Hacer las cosas bien, si no, ¿para qué?
- Está bien, pero vos sabés que a los fanáticos del grupo no les importa si es aburrido o si la técnica no es la mejor.
-  Sí, pero ¿sabés qué? Si subo con la guitarra desafinada, por ahí a los pibes no les importa, pero yo la voy a pasar muy mal. Entonces, prefiero hacer las cosas bien aunque me ligue una puteada por tardar, pero no una puteada por hacer las cosas mal.
- La incorporación de Catriel, su adaptación, también influyó en la grabación del disco y en los tiempos que se tomaron. ¿Cómo lo ven ahora?
- No, ya está. Yo ya me olvidé. Hace tantos años que está. El tiempo pasa de una manera muy veloz y Catriel ya hace como ocho años que toca con nosotros. Todo ese período de adaptación ya pasó. Y también una de las cosas que nos retrasó un poco tener un nuevo disco fue que él estuviera en esa situación de banda. Viste que el período de adaptación son cuatro o cinco años, para que realmente se dé una cosa que va más por el lado de la telepatía que por el lado de las palabras. Entonces ese tiempo fue necesario para eso. Ahora ya está.
- Otra cosa que se nota en el transcurso de Narigón del Siglo… hasta acá es tu evolución como cantante. Vos empezaste a tomar clases de canto en esa época
- Claro, en el 2000.
- ¿Y cómo te sentís ahora? ¿Por qué no lo habías hecho antes?
- Porque… no sé, la verdad que no sé. Pero bueno, no lo hice antes porque no apareció esa oportunidad de confiar en alguien. Es bastante complicado eso y el temor de los que estudian canto es pensar que te van a cambiar el modo. Yo soy un poco chúcaro con eso, por eso aprendí a tocar la guitarra de oído. Fue cuando ya sentí que mi garganta no podía soportar un show más y dije “bueno, voy a buscar ayuda”.
- ¿Tiene que ver con esa reinvención de tu vida?
- Claro, sí. En general, es empezar a tomar otros caminos. Entonces ahí busqué otra forma de vida y empecé a estudiar un poco.
- Tiene que ver un poco con lo que le pasó a Diego en el 98, antes de la grabación de Gol de Mujer. La pancreatitis.
- Y sí, bueno, llega un momento en el que viste, ya está. No te hagás más el loco porque no te da el cuero (risas).
- Hay un camino lento, que se ve a través del tiempo, que habla de una evolución total de la banda: personal y musical.
- Sí, además habla de que no hay autopartes, ¿entendés? (risas) Que vos vas y decís “che, poneme un pistón nuevo”. No, nada. Cuidate. Entonces un poco lo que pasó fue eso: empezar a apuntarle más a la música que cualquier otra cosa.
-  ¿Y ahora como están respecto a las composiciones? En su página web hay un video tuyo tocando “Agua en Buenos Aires” durante las sesiones de La era de la boludez. ¿Cuántas canciones sobraron de Amapola…?
-  En realidad sobran ideas. Lo que pasó con “Agua en Buenos Aires” fue como una maldición, porque es un tema que tiene cuatro grabaciones en distintos estudios. Y al final la grabación que quedó en el disco es la del demo. Era la que más nos gustaba. Entonces, lo grabamos en Los Ángeles, iba a estar en el disco La era… Después lo grabamos en Buenos Aires dos veces y al final quedó el demo que hicimos al principio de todo, que lo hicimos acá, en ocho canales, con un aparato que ya está fuera de uso que se llama DAT; grabado con micrófonos que no son de grabación y hecho ahí en el momento, superponiendo canales, porque hay más de ocho instrumentos grabados. Y siempre nos gustó más ese demo que todas las grabaciones que hicimos en esos estudios. Así que muy raro lo que pasó con ese tema, pero lo que tiene es la esencia. La esencia de cómo fue tocado en ese momento y eso fue lo que hizo que terminara el demo, en vez de grabaciones mucho más costosas. Pero bueno, nosotros tenemos más en cuenta eso que ver si realmente está bien grabado. Buscar la interpretación.
- Encima suena tremendo en el disco.
- Sí, está bárbaro. Cuando lo escuchás, si yo no te digo que está hecho de esa manera, vos pensás que está hecho en un estudio, pero no. Bueno, justo lo que mostramos ahí es un tema que mutó de un disco al otro.
- ¿Entonces ese fue un caso excepcional y ahora están componiendo nuevas canciones?
- No, ahora no. Ahora estamos tocando esto, muy contentos haciendo estas tocadas con los temas nuevos y en algún momento… (piensa y retoma) Lo que pasa es que para componer tenés que parar de tocar y a nosotros nos gusta mucho tocar. Entonces es como, viste, “uy, che, paramos”, “y no, ¿por qué no tocamos en tal lado?”, “¿Por qué no vamos a tal lado, que nunca fuimos?”. Estamos todo el tiempo buscando eso, subir a un escenario. La excusa de hacer un disco es para poder subir a un escenario.
 - Vos sos muy fan de Spinetta, ¿te gustaría hacer algo parecido al homenaje de Pedro Aznar o lo tuyo va más por la intimidad?
- No, no. Yo lo recuerdo a él como persona. Me parece que era el lugar más lindo y lo más fuerte de Luisito: era una gran persona. Más allá de haber sido el gran músico que fue, era una gran persona. Y yo lo recuerdo a solas, que es mi manera. Yo crecí escuchando su música en soledad, entonces yo sigo haciendo eso: me pongo un disco y me quedo en mi casa sentado escuchando el disco entero. Y pensando cosas y volando con sus melodías y con sus letras. Entonces no me da por hacer un homenaje así, me parece que es demasiado pensado eso. Pero bueno, cada uno lo hace a su manera.
- Cuando le mostraste “Mañana en el Abasto”, Spinetta quedó maravillado. Es para pensar en cuántas cosas estaba el Flaco, porque escuchó un tema de Sumo que no era para nada característico del grupo y te dijo que era buenísimo.
- Además me dijo algo muy fuerte: “Qué visión de una persona que no es de acá del Abasto. Cómo tiene que venir alguien de otro lado para ver eso”. Le mostré “Viejos vinagres” y “Mañana en el Abasto” y obviamente se quedó con “Mañana…” como una obra, como un hecho artístico.
- ¿Y eso del que viene de afuera y nota cosas en los lugares que visita te pasó acá? ¿Notaste algo en el Norte que por ahí los de acá no se dan cuenta?
- Y sí. La otra vez que me fui a Cachi, hice la Cuesta del Obispo en un momento muy difícil porque había neblina y no se veía nada. Fue complicado. Lo que me duele un poco es ver tantos papeles y tanto plástico al costado de las rutas y en los lugares tan lindos, como esos paisajes únicos, que no estén cuidados. Creo que eso estaría bueno preservarlo. Y otra de las cosas que hay que tener cuidado es con el tema de la minería, que me parece que lo mejor que tienen esos lugares son sus paisajes y recibir a los turistas y no hacer volar las montañas. Porque eso se va a terminar y después van a ser un montón de escombros, unos agujeros enormes que no significan nada.
- Los Humahuaca Trío sacaron un disco, Originario, donde hablan del tema. De la megaminería y cómo la gente que trabaja ahí es víctima y esclava de la mina porque no puede dejar de laburar.
- Sí, pero además el punto de hacerles creer que eso es el futuro de todos y eso no es el futuro de todos. No nos engañemos. Te venden una situación y te dejan un montón de enfermedades que después no va a haber hospital que resista esas cosas. A veces me siento un ignorante cuando hablo de estas cosas porque no conozco en profundidad, pero ya hacer volar una montaña creo que es un problema. Y la extracción de las cosas, yo no creo que sea de una manera pura y ecológica, entonces me parece que esos lugares hay que cuidarlos mucho.
- Hablando de los Humahuaca, en Jujuy también está Gallega. Vos participaste en el disco que grabaron.
- Sí, me llamaron porque iban a grabar un tema de (Ricardo) Vilca. Yo a ellos no los conocía, realmente. Fui a través de Luis Robinson. Me dijo “hay unos chicos de Jujuy que van a grabar un tema de Vilca”, y bueno, tratándose de eso fui a cantar.
- Y tenés relación con otras bandas del Norte. Karma Sudaca, por ejemplo.
-  Claro, con Karma Sudaca tocamos un par de veces y los ayudé en grabaciones.
- ¿Y qué hace que aceptes esas propuestas? ¿Una cosa de afinidad personal o si te gusta la banda vas?
- Sí, en realidad, las cosas se dan. No hay una explicación o que me fije en tal o cual cosa. Lo de los chicos de La Gallega se dio así por el tema de Vilca, que además no lo conocía y me encantó. Me gustó mucho la letra y la melodía.
- Cuando hablabas de los discos de Almafuerte en los que colaboraste te sacabas el rol de productor, te menospreciabas un poco.
- No, no es menospreciar. Fui un colaborador. A veces el lugar de productor es el de desarreglador (se ríe), porque a veces les cambias un poco la personalidad, por eso yo soy muy cuidadoso con esas cosas. Que la banda siga siendo los que son pero tratar de ayudarlos a que estén más cerca del sonido que ellos creen que son. Es un trabajo de mucho respeto.
-  ¿Siempre hiciste lo mismo? ¿Con La Renga, con Almafuerte?
-  Sí, es respetar su esencia. No correrte de ahí. Lo que sí, es marcar algunas cosas que ayuden a que se entienda mejor eso que quieren decir, pero sin tocar absolutamente nada en cuanto a lo artístico. Con La Renga, con Almafuerte que hice un montón de discos, o con Mimi Maura.
-  Cienfuegos.
-  ¡Con Cienfuegos también! Pero siempre eso: escuchando y después ayudando en la búsqueda de los sonidos.
-  Pensando en la actualidad de Divididos, parece poco probable que Santaolalla aparezca para pedirles 50 temas antes de entrar a grabar.
-  No, y de hecho nunca nos pidió nada. Evidentemente eso debe haber sido en algún momento en el que habrá tenido mucha actividad y necesitaba estar seguro de algo exigiendo más canciones. Lo que pasa es que eso a veces es una máquina y nosotros trabajamos con lo que se nos ocurre, no con lo que no se nos ocurre. Entonces, “componer para” es complicado, por lo menos para mí.
-  Además, teniendo en cuenta cómo están laburando ahora, sería imposible utilizar ese método. ¿Gustavo no les pidió los famosos 40 temas?
-  No, de hecho, él estaba un poco asustado. Me decía “uy, pero Acariciando lo áspero son todos hits, y acá no tenemos temas”. De hecho yo saqué un par de temas que tenía, que había hecho en mi casa y le dije “mirá, está esto, también”. De hecho, una de las letras, la de “Paisano de Hurlingham”, la hicimos en Los Ángeles, pero fuimos así con… nada (risas). En realidad, parecía que era nada pero había un contenido bastante interesante dentro de esa poca nada que había.
-  Bastante interesante,  al punto que casi veinte años después se lo sigue escuchando.
-  Sí, y nosotros seguimos tocándolo.
-  ¿Te pusiste a pensar que son casi veinte años de ese disco?
-  Sí, pero si me pongo a pensar, son treinta y pico de años que toco con Diego. En eso no puedo pensar, tengo que seguir para adelante y seguir haciendo música.
-  Y ya no tanto, pero se sigue cayendo en Luca y el “muerto a laburar” del que hablan ustedes. ¿Por qué eligieron esos audios de Luca al final de esa canción?
-  Porque era un cabrón (risas).
-  Encima en esos audios bardea a Cerati y a Miguel Abuelo.
-  Claro, creo que es a Miguel Abuelo. De Gustavo dijo otras cosas (risas). En realidad era tomarlo un poco su carácter y tenerlo ahí, más allá de que esté dirigido a alguien. En realidad, eso está dirigido para mostrarlo a él, no para mostrar cómo habla de alguien. Para mostrar su parte cabrona.
-  Claro, porque en ningún momento se escucha que habla de ellos.
-  No, justamente lo que buscábamos era ese momento en el que dice (lo imita) “yo lo conozco, es un hijo de la gran mil puta” (risas). Fue graciosa la puteada: “hijo de la gran mil puta”. Uno no dice eso. Uno dice “hijo de la gran puta” o “un hijo de mil putas”, pero el armó como un doble ahí. Era muy gracioso.
-  Hay como una renovación del rock argentino que está un poco trunca. Incluso ustedes, que son referentes, no son pibes de 30 años. ¿Lo ves de esa manera? ¿Creés que hay una renovación pero los medios no ayudan?
-  Y, deberían abrir un poco el tapón, porque hay un montón de chicos talentosos haciendo música, pero bueno, a veces los medios están condicionando un poco también esa expresión artística. Como para que se conozca más, ¿no? Los grupos siguen haciendo música, lo que pasa es que la difusión a veces está orientada más a una cosa que a algo un poco más abierto de otras músicas que están pasando en este momento.
-  Y al mismo tiempo, por ahí algunas bandas referentes se encasillan. Como que el rock argentino, salvo excepciones, no corre riesgos.
-  Y sí, qué se yo. O se convirtió en una industria.
-  ¿Y se vuelve de la industria?
-  No. A no ser que te empiece a ir mal y entonces tengas que decir “es el momento de cambiar algo”.
-  Claro, pero hoy en día, con los campos VIP y la gente pagando $600 la entrada no parece caerse la historia.
-  No, pero eso es otra parte. Yo trato de mantenerme un poco más alejado de los festivales donde no se sabe quién toca. Viste, te presentan una cerveza y una gaseosa, “¿pero quién toca?”, “ah, eh… fulano”. “Ah, bueno”. No, yo voy a ver un grupo, no voy a ver una cerveza. Entonces es muy difícil armar festivales con nada, solamente porque tenés un sponsor.
-  Pero también la gente ve la marca de la birra sabiendo que las bandas son las mismas de siempre. 
-  Sí, tendrían que ir un poquito más a los bares a ver qué pasa.
-  O al resto del país.
-  Sí, por eso. Bueno, a los bares de todo el país. Hay cosas que pasan solamente en los bares. Me ha pasado de encontrarme con pibes que están tocando y decís “¿y estos quiénes son?”. Nadie, pero mirá cómo tocan, guau. Me pasó con unos chicos rosarinos, que desgraciadamente hoy no están tocando, que se llaman Ojo de Buey, que son buenísimos. Bueno, con la banda de Pepo (N. de la R: Científicos del Palo), un chico con el que terminamos siendo amigos, de Mar del Plata. Y así encontrás: “mirá a estos pibes, ¿qué hacen acá? ¿por qué no se conocen?”. Ese es el camino.
-  Podrías llevarte algo del Norte.
-  No creo que tengamos mucho tiempo de ver en vivo, pero siempre me traigo algunos demos o cosas que me alcanzan.
-  El último show que dieron en Tucumán, en diciembre de 2010, fue de casi tres horas, repasando toda la discografía, sorprendieron con temas de Sumo que nadie esperaba, incluso Diego terminó puteando a uno que lo había escupido, fue un final inolvidable (risas).
-  Sí, siempre pasan esas cosas. Alguno te tira algo, o te escupe o dicen boludeces. Ese día subió un chiquito de 10 años a tocar la guitarra, estuvo buenísimo. Ojalá se repita.

Nota publicada en el número 10 de la revista Rock Salta, de junio/julio de 2012. 
La foto es de Gastón Iñiguez.

3 comentarios:

Hugo dijo...

Divididos es de esas bandas que en vivo no defraudan nunca.

Y el sábado lo confirmaré una vez más si todo sale bien.

Pelo dijo...

Vieja, me dejaste de cara con esta nota. Muy buena che, te felicito y agradezco por tu excelente trabajo.

Federico Anzardi dijo...

Hugo: Divididos la rompe siempre. Deberían meter 40 mil personas todas las semanas.

Pelo: gracias a vos por leer!