jueves, 22 de julio de 2021

A Palo lo vi en vivo una sola vez y fue rarísimo. No estaba tocando, estaba recitando poesía con Miguel Grinberg. Palo recitaba como si Alejandra Pizarnik se hubiera apropiado de su cuerpo. Le temblaba la voz pero al mismo tiempo era potente, dramática. Surgía desde algún lado. No era como cuando cantaba, que avanzaba como si estuviera atajando gallos y sonaba más ansiosa, como si todo el tiempo estuviera cantando la última canción de su vida. Esa noche, en un bar de Palermo que no recuerdo cuál era, Palo estaba sentado frente a una mesa, con una mano tomaba el micrófono y con otro sostenía los papeles que leía. Grinberg escuchaba y esperaba su turno. Esa noche él fue el verdadero protagonista al terminar con un poema emocionante que lo dejó temblando, al borde de las lágrimas o quizás largando algunas. No lo sé porque no llegué a verlo a pesar de que estaba en primera o segunda fila. No me acuerdo con quién. Algún amigo, supongo. Solo pudieron ser tres. Hoy hablé con ellos. Estaban todos hechos mierda, sorprendidos por lo que había pasado con Palo, que estaba al lado de Grinberg y sí pudo ver su emoción de cerca. Recién me fijé en YouTube. Fue en Oreja Negra. El poema decía “no pidas perdón, la consigna es ser libre, el resto es lograrlo”. Ahora ese poema es para vos.


            

No hay comentarios.: