lunes, 19 de agosto de 2024

NTVG: “Siempre miramos para adelante”

Foto: Biru Capurro – Prensa NTVG

El sábado 25 de junio de 1994 fue una fecha importantísima para el deporte nacional. Ese día, Diego Maradona jugó su último partido con la Selección Argentina. Era la segunda fecha de la fase de grupos del mundial de Estados Unidos. Argentina le ganó 2 a 1 a Nigeria con Diego como uno de los protagonistas estelares. Ágil, rápido con los pies y con la mente, el 10 participó en los dos goles que Claudio Caniggia convirtió aquella tarde en Boston. Diego terminó la jornada de la mano de una enfermera que lo llevaba a hacer el test por dóping desde adentro de la cancha, algo raro que no solía ocurrir con los demás jugadores. Esa caminata fue la útima imagen que tuvimos de Maradona como jugador en un mundial.

Aquel día, a miles de kilómetros de allí, nacía un proyecto musical que iba a convertirse en uno de los más exitosos del continente. Uno que treinta años después todavía sigue con las luces encendidas, sin detenerse demasiado a mirar lo anterior. No Te Va Gustar, el grupo uruguayo que aquel sábado, mientras Maradona se despedía sin saberlo, tocó por primera vez. Lo hizo con una formación armada de apuro para poder participar de un festival organizado por alumnos del Liceo número 10, como la camiseta de Diego. Era la escuela a la que asistía Emiliano Brancciari, argentino que vivía en Montevideo y que por entonces tenía 16 años cargados de energía rockera adolescente. El grupo se presentó con covers de Sumo, Beatles y no mucho más. Fue el primer paso para una carrera que hoy, en 2024, tiene al grupo en plena gira por Latinoamérica y Europa, y que los traerá una vez más al Noroeste en septiembre.

Emiliano se acuerda muy bien de aquel 25 de junio. O al menos te hace creer que se acuerda. “Ese día, para mí, fue súper ambiguo. Porque tenía la alegría de haber tocado y lo que le había pasado a Diego. Era todo a la vez. Nacía algo para mí, que fue súper importante en mi vida, y se moría otra parte”, le dice a Rock Salta, vía Zoom, desde su casa en Montevideo.

En realidad la respuesta es puro casete. Recuerdos que mienten un poco, diría el Indio. Ese sábado Emiliano Brancciari no pudo haberse sentido mal por Diego porque el dóping se conoció después, el miércoles 29 de junio. Es más fiel el registro que el propio cantante y guitarrista escribió en el Facebook oficial del grupo en 2014, cuando la banda cumplió veinte años.

“Del show en sí no recuerdo demasiado ya que habíamos estado tomando vino en damajuana para superar los nervios de tocar frente a público y sacarnos el frío”, decía Emiliano en aquel posteo. “Ese día quedó marcado en mí tan fuertemente, sin saber que seria el punto de partida para todo lo que vendría después. El recorrido por la vida de la mano de este grupo, conociendo parte del mundo; esta banda que fue creciendo en sueños y responsabilidades, con un sentimiento de pertenencia cada vez mas fuerte, como una extensión de mi familia, donde nos hicimos hombres, donde construimos otras familias”, agregaba.

Ahora, en agosto, el grupo arranca la segunda parte de la etapa argentina de la gira con la que celebran sus treinta años. Comenzará el 23 de agosto, en Gualeguaychú. También por Rosario, Marcos Juárez, Posadas, Formosa, Corrientes, Santa Fe y Catamarca. En septiembre, la banda se presentará en Santiago del Estero el martes 3, en Jujuy el jueves 5, en Salta el viernes 6, en Tucumán el sábado 7, y en La Rioja el domingo 8. Luego se irán a México y Paraguay. Una seguidilla intensa que sólo permite mirar hacia atrás desde las canciones que sonarán en cada localidad.

– ¿Te acordás de la primera entrevista que diste como miembro de NTVG?
– (Piensa) No, me acuerdo de algunas de las primeras. No sé si habrá sido la primera. Pero me sigo poniendo nervioso ahora, imaginate lo que era en ese momento. Era muy difícil para mí. Lo sigue siendo un poco, pero ya me he acostumbrado con los años. Pero lo sufrí bastante.

– ¿Y la primera entrega de premios que subiste con transmisión en vivo y mucha gente mirándote en un lugar que no era tu ámbito?
– Y creo que fue cuando ganamos un premio Graffiti, la primera edición de los premios Graffiti, acá en Uruguay. No sabía lo que era ir a una entrega de premios y de hecho fui de joggineta (risas). Estaba muy mal vestido y subí ahí a recibirlo. No sabía mucho qué decir. Ganamos mejor canción y mejor compositor del año, una cosa así. Y se lo regalé a mi vieja.

Emiliano habla pausado, tranquilo. No se nota que los nervios todavía lo persigan durante las entrevistas. Es la cara visible de un proyecto que se convirtió en un gigante de la industria, un éxito con el que todos los músicos sueñan, pero que ninguno sabe cómo encararlo. Algo que se aprende sobre la marcha. Mejor así. Por suerte, las escuelas de rock por ahora sólo existen en las películas.

“Hay un montón de cosas con las que no sabés convivir, porque ni siquiera las pensás. Cosas que pasan alrededor. Cuando empezás solamente pensás en tocar en la sala de ensayo, en tratar de tocar para tus amigos. Después en que te vaya a ver un poco de gente que no te conoce. Es eso en lo que pensás. Después aparecen todo otro montón de cosas hasta volverte una empresa. Porque realmente terminamos siendo una empresa con responsabilidades, con gente a cargo, con responsabilidad social con esos empleados de la banda que trabajan para que cada show salga. Un montón de cosas que ni se te pasan por la cabeza cuando empezás. La cosa se va agrandando y te tenés que ir adaptando”, dice Emiliano.

– ¿En estos treinta años tenés algún ranking de shows preferidos?
– No, tengo shows que viví con mucha intensidad, seguro, como la presentación del primer disco, porque era como salir un poco del under montevideano. El nacimiento de la banda para el afuera. Después, sí, tengo un montón: Cemento en el 2004, hasta haber tocado en Berlín, Nueva York o en La Habana. Tengo un montón marcados.

– ¿Tuvieron shows para cinco o diez personas?
– Los tuvimos ya siendo conocidos. Nos pasó, por ejemplo, en un show en Suiza, en una montaña, en un pueblito donde tocamos y éramos creo que más nosotros que la gente que estaba abajo del escenario. Y ya éramos bastante conocidos, ya habíamos tocado en Obras. Acá en Uruguay ya habíamos hecho el Velódromo, tocábamos para quince mil personas. Y ahí tocamos para, no sé, diez o doce.

– Los músicos suelen decir que eso es como una ayuda a bajar el ego. ¿Es así?
– Para nosotros ese desfasaje siempre existió. No conocemos otra cosa. Cuando nos empezó a ir bien acá en Uruguay, que ya nos conocía un montón de gente, empezamos para treinta personas en Buenos Aires. Y siempre así. Cuando en Buenos Aires ya nos iba a ver gente, por ejemplo ahí en Cemento, que ya eran mil personas, estábamos empezando a ir al interior, donde había re poca gente. Y a empezar de cero. Y después nos fuimos a Europa y después a otros países de Latinoamérica y siempre nos pasó. Entonces capaz que eso nos ayudó a estar con los pies en la tierra en todo momento.

– ¿Ahora podrían hacerlo de vuelta en algún mercado extraño? Asia, por ejemplo, no sé si tocaron ahí.
– No, no tocamos. Me encantaría, es un sueño ir. Hace dos semanas estuvimos tocando en Copenhague por primera vez y había quinientas personas y fue alucinante. Lo mismo en Dublín, que era la primera vez que íbamos. Disfrutamos de esos shows, de esa primera vez de ir a conquistar y a convencerte con el show en vivo.

Sólo en esta gira 2024, No Te Va Gustar ofrecerá 67 shows en 45 semanas. Serán 316 días de gira. Algo así como un show y medio por semana. En el medio, lanzaron Portal Sessions, un EP grabado en vivo en Portal Bosque, La Barra, Uruguay. El trabajo contiene cuatro canciones, entre ellas la nueva versión de “Ese maldito momento”, junto a Mel Muñiz; y el cover de “Como un cuento”, de Divididos, quizás un guiño a aquel cover de “Heroína” de Sumo que hicieron en su primer show

– ¿Dónde están hoy puestas las miradas y objetivos artísticos, teniendo treinta años de carrera y tantos discos? ¿Cómo renovarse desde ese punto de vista?
– Bueno, disco a disco. Nosotros ahora ya estamos pensando en grabar un álbum el año que viene. Lo íbamos a grabar el año pasado, pero se nos venían los treinta años y se iba a ver opacado ese disco por la celebración, que era inevitable. Entonces lo pospusimos y ya estamos pensando en eso. Nos vamos a mudar de estudio, porque se nos vence el contrato, entonces nos vamos a ir a otro y ya estamos pensando en cómo va a ser ese estudio, en disfrutarlo al máximo. Siempre estamos mirando para adelante. Ahora justo son treinta años y nos toca un poco hacer un poco de retrospectiva y traer canciones del pasado y mirar para atrás. Nos pasó también en los 25, porque, bueno, son números que no se pueden esquivar. Pero siempre somos de mirar del presente para adelante. Y eso es lo que nos mantiene vigentes, me parece. Cuando grabamos un disco y lo salimos a defender, tratamos de tocar en un show varias canciones de ese último disco que es el que nos representa en el momento. Obviamente que lo más fácil es tocar solamente las canciones que la gente ya está acostumbrada a escuchar. Eso es lo más fácil. Pero tal vez te volvés una banda tributo a vos mismo, a lo que fuiste.

– De hecho, muchos artistas de todo el mundo, de distintos géneros, que ya tienen muchas décadas encima, hacen eso. Giras que tocan una etapa o un disco de su carrera. Hay una demanda de la gente que un poco pide más lo anterior que lo nuevo.
– Sí, pero eso pasó siempre. Lo que pasa es que también tiene mucho que ver cómo vos acostumbres a tu público. La gente sabe que si sacamos un disco, se va a tocar. Los clásicos no le van a faltar, alargaremos el show (se ríe), pero lo nuevo se toca. También se forma ese ida y vuelta con el público y ya sabe qué esperar, como así nosotros también sabemos qué esperamos de la gente cuando nos va a ver.

– Empezaste tu carrera solista, vas a tocar en Buenos Aires en noviembre. ¿Los proyectos paralelos sirven como «escape» para aliviar la presión del grupo?
– Sí, sí, por supuesto. Todo lo que nos haga crecer por afuera de la banda va a repercutir de buena manera dentro del grupo. Eso lo tenemos súper claro. El poder desarrollarnos en lo que sea, eh. Porque cada compañero hace lo que le nace y lo que se le ocurre afuera. Y tenemos la relación tan sana y tan lisa y sin miedos, digamos, que tengo el apoyo de mis compañeros pleno porque saben que mi casa es acá. Y que a mí me hace bien hacer otras cosas, lo disfruto muchísimo, y como cada uno que tiene otra actividad por afuera de la banda, sea musical o no. Entonces, todo lo que nos sume, va a terminar sumando adentro.

– ¿No dudaste de meter tus temas solistas en la banda?
– No, porque recién habíamos terminado de grabar el disco Luz. Entonces estábamos recién grabaditos y yo seguía componiendo porque no estábamos tocando, estábamos quietos por la pandemia. Entonces ya lo pensé directamente. Pensé esas canciones sin tener en cuenta a mis compañeros como lo hice toda la vida.

Para no perder la costumbre, este año el grupo también tocó un 25 de junio. Pero esta vez, a diferencia del 94, no fue en la placita de Alto Perú de Montevideo, sino en Barcelona. Un show que, pese a la efeméride, Emiliano asegura que fue uno más de la gira. Dos horas y media habituales.

“Los shows van variando. Algunas canciones van variando para que no se haga monótono para nosotros y para la gente que repite. Y justo eran dos fechas en Barcelona, entonces varió bastante una lista de la otra, pero no fue que tuvo algo especial esa noche. Capaz que en nuestro estado de ánimo estábamos celebrando justo ese día, pero después dimos el show que damos en todos lados, solamente que con diferentes variantes”, cuenta.

– ¿Cómo se bancan las giras desde todo punto de vista? ¿Cómo se ayudan entre ustedes para seguir adelante sin pensar que sea un trabajo y no el proyecto artístico de toda su vida?
– El público siempre te entrega una energía que hace que no sientas monotonía. Obviamente que podés estar cansado o menos cansado un día que otro, por supuesto. Creo que lo más complejo es la parte física, obviamente, y en ciertas giras. Cuando tenemos muchos aviones se duerme poco, porque con las cosas que llevamos tenemos que estar sí o sí tres horas antes del vuelo. Capaz que tocaste esa noche y a las cinco de la mañana te estás yendo para un aeropuerto y durmiendo mal. Entonces la parte física es la más compleja en esos casos. Pero después, la parte anímica, una vez que empieza el show ya te olvidaste de todo y no tenemos que hacer ningún esfuerzo.

– Pasaron integrantes, pasaron éxitos, shows multitudinarios, cosas buenas y malas. ¿Qué es lo que queda del fuego del 94 que todavía está prendido?
– Bueno, hay mucho del espíritu amateur que todavía sigue estando en nosotros. Y del disfrutar al momento de crear, el tratar de cada noche entregarte como si fuera la última, sea para miles o para un puñado. Entonces ese espíritu sigue existiendo. El que lo artístico esté por encima de todo lo demás, más allá de que sabemos perfectamente que este es nuestro trabajo, vivimos de esto, nuestras familias viven de esto. Somos privilegiados en ese sentido. (Pero) Siempre lo artístico está por encima. Por más que sea menos redituable, siempre apuntamos a esa superación artística que fue lo que en un principio nos llevó a que cada vez más gente nos fuera a ver.


Publicado en Rock Salta

No hay comentarios.: