viernes, 1 de agosto de 2025

El dream pop visionario de Lu Glass

Foto: Bianca Sifredi

De nada sirve escaparse de uno mismo. Lo cantó Moris en 1970, lo entendió Lu Glass en 2009, cuando reconoció que no podía dedicarse a una sola cosa sin sentirse miserable. Siete años antes había dejado la música que hacía desde la adolescencia. Se había concentrado en la abogacía. Trabajaba en un tribunal, daba clases, pero no le alcanzaba. “En un momento reventé”, dice hoy, cuando ya combina su trabajo en una defensoría con sus canciones basadas en capas de sintetizadores. Un dream pop “visionario”, como prefiere definirlo, que aspira a generar imágenes a partir de temas oscuros en los que canta con una voz contenida.

En persona, Lu Glass no se parece tanto a sus canciones. Cuando habla es luminosa. Conecta sus ideas con libros, películas o artistas. Si mira hacia atrás puede encontrar su identidad en su padre, un psiquiatra que también es músico y artista plástico. O en su abuela profesora en un conservatorio. También en la lectura de Salinger, en el cine de Lars von Trier o en el recuerdo del ruido constante que hacían los caños de Techint cuando todavía se llamaba Siderca, durante las madrugadas de Campana, donde nació y vivió hasta que cumplió veinte años, en 2002. En El rayo, su primer disco, de 2016, Lu incorporó ese recuerdo al samplear aquellos caños que todavía forman parte de la banda de sonido campanense. “Yo odiaba la ciudad. Quería irme a la mierda y me fui. Pero después empecé a valorarla, a conectar con las cosas que vos te das cuenta que te influenciaron. Campana me acompaña estéticamente. Esa cosa industrial tremenda que es muy hermosa verla de noche, por ejemplo, cuando se prenden las luces. Y a la vez terrible, porque es una contaminación”, cuenta.

Se puede decir que Lu convive con la contradicción. No sólo porque es algo que aparece en todos lados, incluso en cada uno. Sino porque la acepta y trata de hacer algo con ella. Un ejemplo es el video de su flamante simple, “El fin del verano”, realizado por Francisco Olivero y Silvina Costa. Muestra imágenes de una presentación en vivo en julio de 2023 durante el Festival Imprevisible, organizado por Rodrigo Ottaviano en las Galerías Larreta, cerca de la Plaza San Martín. “Es un poco el mecanismo de la gentrificación. Que los artistas ocupen los lugares que están medio muertos. Levantarlos. Pero a la vez, lo loco, es que lo que había en la galería son cosas de memorabilia de los milicos, una cosa un poco siniestra. Al final es medio ambiguo. Porque los artistas se instalan, ponen las galerías de arte, sube el precio de los barrios, y después, el viejo que tenía un local de monedas no puede pagar el alquiler y termina eyectado en otro lado. Y yo, como abogada de la defensoría, podría perfectamente tener el caso de esa persona que no puede pagar el alquiler ahí. Y como artistas tenemos que ser conscientes también de las movidas en las que participamos. De las consecuencias”, dice. “Aunque la movida que se ve en el video yo la rescato porque sobre todo hay algo de trastocar los espacios, que es algo bien situacionista que me parece que está bueno que suceda. Te podés topar con otras formas de vivir. Ese tipo de cosas generan una grieta en la rutina aceitada del capitalismo, por donde se puede colar, de repente, al menos un lugar por donde alguien puede encontrar a sus semejantes. Encontrarse con los pares. Y no se sabe, después, lo que puede pasar a partir de eso”, sigue.

El nuevo simple es un adelanto de En la ribera de la noche plutónica, su inminente segundo disco. Es un proyecto que surgió en 2019 y su título es una cita a “El cuervo”, de Edgar Allan Poe, que Lu leyó en inglés cuando era adolescente. Por esos años también se fascinó con las historias de la familia Glass gracias a la lectura de Nueve cuentos, de Salinger. De allí sacó su nombre artístico, que primero fue un mail: lucilaglass. Glass también fue el nombre de una de sus bandas, que contó con distintas formaciones y con la que sacó un EP de covers en 2018 con canciones de The Cure, Todos Tus Muertos o El Mató a un Policía Motorizado. Justamente, el grupo más cotizado de La Plata es parte del universo actual de Lu, que forma parte de Polgar 3, liderado por Niño Elefante, guitarrista de El Mató. El grupo se completa con Micaela Galán (Las Ligas Menores) y Marcos Díaz (Entidad Animada, Sue Mon Mont).

La demora en la salida de su nuevo trabajo como solista obedece a su necesidad de diversificarse y hacer cosas nuevas, tengan que ver o no con la música. Así, el año pasado decidió terminar una maestría de Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad. “Hice mi tesis sobre los arroyos subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires. Capaz la presento a la beca del Fondo Nacional de las Artes, si logro darle una forma que no sea tan un bodrio académico”. Producido junto a Antü Filardi Sabin, el disco cuenta con 107 Faunos como invitados y refleja, desde el título, lo que transmite esta época de avances políticos y sociales inquietantes. “Me resuena a estar en el borde de un océano negro, en la costa”, dice. “Yo hago canciones para transformar un sentimiento negativo en algo positivo. Lo positivo es haber hecho una canción. Hay algo de estar haciendo la canción que es un poco sanador, para decirlo de un modo medio new age. Porque escribís sobre el problema”, explica. “No tengo un vínculo con la música en el que yo sea una virtuosa del instrumento. Para mí el vínculo es crear algo. Te ponés a buscarle música, un sonido, a eso que te dolió. Y después te sentís bien porque hiciste algo que está bueno. Es la transformación de un sentimiento horrible. Pero todo, para mí, en un nivel muy intuitivo. Yo no lo pienso mucho, sino más bien dejo que fluya lo que va saliendo”, cuenta, y agrega que a la hora de hacer música es como una escritora que deja que sus personajes tomen vida propia.

Una de sus primeras canciones se llama “Ciudad de cristal”. La compuso en el bajo cuando tenía 18 años, después de leer el libro de Paul Auster. Poco después empezó el CBC. “Dije: ‘Yo voy a ser abogada, no voy a ser como mi papá, que es médico pero tiene una banda y además pinta’. Estaba en un estado de rebeldía adolescente. Es loco, porque siempre en general es al revés, los padres te dicen no hagas arte, sé médico (risas). Se ve que es obvio que siempre es lo contrario, ¿no? Me costó mucho permitírmelo a mí misma. Decir bueno, sí, al final voy a ser como mi papá”. 

Publicado en Radar. Junio 2025.


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