(Foto: Javier Calvelo)
El combo recuerdo de esa noche de invierno consta de un afiche blanco y negro vintage-bajo presupuesto, con la fecha (“Lunes 6 - Agosto - 22 hs.”) y auspicios de la Intendencia Isa, Casino Salta, Flecha Bus (¿lo hicieron viajar en bondi?) y una tarjeta de crédito, que seguramente estaba en las antípodas de sus ideas liberadoras, pero que sin dudas ayudó a garpar el show. Lo completan dos casetes TDK A60 (Low Noise, High Output) que rezan “Spinetta en el Huerto", 1 y 2, respectivamente; escritos con birome azul de trazo grueso que perdura en el tiempo; al igual que la cinta que se la bancó a través de los años, las escuchas, las rebobinadas y las lengüetas rotas para evitar play rec imprevistos.
TDK A60 (Low Noise, High Output): PLAY.
El primer casete, el volumen uno del pirata spinetteano salteño arranca con un murmullo, una pregunta y su respuesta respectiva; captada en el pullman, bien arriba (“¿Tenés el carné de la biblioteca?”, “Sí”). Luego se escucha un aplauso constante, de ansiedad, que se acelera cuando se apagan las luces, se corre el telón y aparece el Flaco Luis, parado, con su guitarra colgando y hablando antes de que termine la ovación:
“Muy buenas noches, queridos salteños (aplausos, gritos). Después de tantos años, otra vez aquí, con ustedes (más aplausos), con esta poderosa banda. Muchas gracias.
Esteeeeee… antes de empezar quiero recordarles algo que (se callan TODOS) no es chiste: no solamente estamos para tocar. Estamos para anunciar algo importante que dice acá (se señala la pechera): Conduciendo a Conciencia. Los padres que perdieron a sus hijos en la tragedia de Santa Fe quieren que la Educación Vial sea una ley nacional para que desde chiquitos aprendan a conducir como se debe y no matarse luego en las rutas. ¿Qué le parece? ¿Qué les parece? (Aplausos) Entonces, cuando vean esos petitorios… (Más aplausos) Podrá ser ley cuando se sumen por lo menos 500 mil firmas. Estamos cerca, pero falta mucho y les agradezco muchísimo su colaboración.
Vamos a empezar con un tema de Pan llamado ‘Sinfín’”. Contó “un, dos… un, dos, Había una veeeeez”, y así arrancó el último recital que dio Luis Alberto Spinetta en Salta. El que hubiese sido el penúltimo, de no mediar ese certificado médico que canceló el show previsto para el 14 de julio de 2011.
El 6 de agosto de 2007, Spinetta no largó con explosiones, entradas espectaculares o un hit megarompetodo: empezó con un pedido solidario. El mismo con el que continuó insistiendo cuatro años después, cuando redactó el comunicado confirmando que padecía cáncer de pulmón. El mismo en el que pidió que “no paniqueen”.
Fin de “Sinfín”, hermosa canción que abre el álbum que por esos momentos era el que cerraba su discografía (después, en 2008, llegó Un mañana). Aplausos y “bueno, vamos a hacer una recorrida por diferentes discos. En este caso vamos a ir a Los niños que escriben en el cielo (ovación) para hacer ‘Un viento celeste’”.
Después: “Bueno, ahora vamos a Bajo Belgrano (“¡Wow!”) para poderles cantar ‘Resumen porteño’ (“¡Seeeee!”)”. Y Ricky estuvo listo de nuevo del bocho para aparecer en el repertorio spinetteano, que en 2007 se mantenía firme con esas readaptaciones que aparecían con la voz intacta del Flaco sesentón; acompañado por Sergio Verdinelli en una batería que combinaba fuerza y virtuosismo; la delicada certeza de Claudio Cardone en las teclas y el bajo colchón de la tremenda (por fuera y por dentro) Nerina Nicotra.
Después de anunciar que los cuerpos siguen flotando a esta hora, Spinetta espera que se detengan los aplausos para decir que “volviendo al presente… (pausa, silencio) ir al futuro. Esteee… vamos a hacer ‘Cabecita calesita’, del disco Pan”. Silencio para escuchar a Luis Alberto en uno (lo notamos ahora) de los momentos más sólidos de su carrera: ya maduro, incorruptible y más caprichoso que nunca; quizás con más talento que antes; más complejo, mejor persona.
Se termina y llega “otro tema de Pan”. “No digan después que lo que yo escribo es raro (todos se ríen, él no). Se llama ‘Qué hermosa estás’. No necesita (ahora sí, larga una risa) demasiado surrealismo de parte de nadie”.
Tras la canción, aplausos, silencio y “vam.. ¡arrgghhh! (risas) Estoy haciendo la cura del faso: 700 fasos por semana y se te cura todo (risas). Bue, un tema que está guardadito ahí en el disco Pelusón of Milk, que es simplemente un retazo que está al lado de un tema llamado ‘Ella bailó’. Así que bueno, ‘Amor de mi vida’ le puse, para no decir ‘Love of my life’. Seguro que lo dijo… je, se lo dijo a la señora: ‘Love of my life’ y después hizo la guerra en Irak”.
Y en el medio de “Amor de mi vida” ¡Tuc! Salta el Lado A del Low Noise. Dar vuelta y escuchar la última parte, un solo de Cardone en el medio de la batería avasalladora de Verdinelli; mientras el Flaco y Nicotra van parejos, discretos, sosteniendo todo.
Después, el solo spinetteano desde la guitarra que alguna vez León Gieco, en plan crítico de rock, calificó como ideal para rítmica. La misma que se incendiaba en San Cristóforo y después se guardó para resurgir en contadas ocasiones.
Aplausos, presentación de la banda y ahora sí se pudre todo para “Yo miro tu amor”, un blues de Para los árboles, más rockero que en el disco, menos procesado y más sanguíneo. El final es a puro solo de viola y las palabras de Gieco en esa vieja crítica para la Expreso Imaginario quedan sepultadas bajo una montaña de feedbacks.
Ovación y silencio. Toses y Cardone solo en el escenario, apenas iluminado para hacer un instrumental que el Flaco luego, rasgando su acústica, revelaría que se trataba de un tema del “fabuloso compositor japonés Ryuichi Sakamoto”. Inmediatamente después arranca cantando una versión delicada de “Pequeño ángel” y ahí está Luis Alberto Spinetta íntimo e interactivo para todos los salteños, que no alcanzaron a soldoutear el Teatro del Huerto. Después, “Laura va”, directamente desde el primer disco de Almendra. Nadie aplaude, no hay ninguna reacción unplugged de MTV. Al final del tema, sí, la ovación marcada que baja hasta los lentes de Spinetta y se frena cuando el Flaco comienza a moverse para interpretar otra. Pero antes, consulta: “A ver si se acuerdan de la antigua fábula”. Cuenta “un, dos, tres, un, dos, tres” y empieza con “Durazno sangrando”, que esta vez sí es acompañada por una buena cantidad de palmas, que se multiplican luego de la so-ber-bia interpretación.
Y de golpe, como siempre, la interacción.
- ¡Te amo, Flaco! –grita un tipo.
- Lamento no poder decir lo mismo (risas). La verdad que… (muecas, más risas, aplausos) es un amor circular. Pueden cambiar de amor, no hay problema.
- A vos y a Gardel -retruca.
- ¡No! Con La Voz… no te metás.
- ¡Te queremos, Flaco!
- Esa es la Poly, la que habló, che.
- Bueno, Poly, te quiero mucho yo también. Vamos con ése tema…
“Todos estos años de gente” empieza y arranca los “uh” de los más viejos, que son varios. Luego, el show entra en su recta final. Y el TDK volumen 2 no va a necesitar llenarse por completo para poder registrar lo que falta.
Pero no todos los cruces con el público son simpáticos. “Con el tema castrense no llegamos a ningún lado. Algún día lo voy a hacer, pero hoy no. Es demasiado galáctico”, dice, ya harto, después de que casi le exigieran a mano armada una versión de “El anillo del Capitán Beto”.
“Las cosas tienen movimiento”, el tema de Fito Páez que el Flaco se apropió desde comienzos del 2000, fue otra de las perlas de la noche y un ejemplo más del sonido Spinetta siglo XXI, más cercano a Jade que nunca, pero con un dejo pulenta (con u) que le quedó desde su incursión con Los Socios del Desierto.
- ¡Tocá “Alma de diamante”, Flaco!
- No la tenemos en carpeta… (risas).
“Ana no duerme”, versión Sauna de Lava Eléctrico aparece al final, para inquietar a las viejas y saturar los micrófonos de los grabadores que registran piratas a casete, a falta de mp3. Pero antes, silencio: Spinetta se choca un pie de micrófono, se da vuelta, lo mira, lo reta en un idioma incomprensible y:
- En albano le dije “no me molestes”.
Tras las despedidas falsas y antes del comienzo de los bises (con “Seguir viviendo sin tu amor” y “La herida de París”), Spinetta señala otra vez su pechera y habla: “Imaginate si hubiera una estadística que dijera: en Argentina aparecieron sólo tres jugadores de las juveniles este año. Sería una hecatombe total, un caos. Las ciudades se paralizarían, la cana los cagaría a palos a todos. Pero la estadística no es esa. Es que somos el país con más muertes por accidentes de automóviles. Quizás con esto logremos reducir de a poco eso, para cuidar la vida. Eso nos está faltando: el respeto por la vida, en todos los ámbitos. A ver si remontamos el barrilete, porque pareciera que es de acero… y se cae”.
TDK A60 (Low Noise, High Output): STOP.
Nota publicada en la revista Rock Salta número 9, de abril de 2012.
2 comentarios:
¡Muy bueno!
¡Gracias!
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