jueves, 2 de junio de 2016

#50AñosDeRockArgentino - Un relato parcial

(Los Thunders, salteños pioneros)

Todavía no se conoce la historia completa del rock argentino. Lo que sabemos se limita a la conexión Rosario-Buenos Aires-La Plata, que sirve como versión oficial de un movimiento que se extiende a todo el país.

El rock argentino de las provincias todavía no ha sido contado. Hay muchísimas historias y grupos por descubrir. Falta, especialmente, una historia unificada. Un relato que abarque todo lo que pasó desde mediados de los sesenta hasta nuestros días. Que ponga en el mapa a bandas, músicos, poetas, público, escenarios y leyendas de cada lugar.

¿“Rebelde” es la primera canción del rock argentino? En Córdoba, el documental Radio Roquen Roll cuestiona esa teoría. Habla de un movimiento provincial originado en 1963, previo a Los Beatniks. Como la historia de Los Thunders, un grupo salteño formado en 1965 que giró con éxito por Tucumán, Jujuy y Bolivia y que en 1969 grabó un simple doble de cuatro temas en el que se encuentra la inédita e inhallable “El OVNI”.

Si la historia del rock en las provincias no fuera extensa no existirían tantas bandas como las que participan del excelente festival correntino Taragüi Rock, que todos los años, durante tres días, ofrece un gran escenario a músicos de la región noreste. Sólo el año pasado se inscribieron 130 grupos. Sobre el Anfiteatro Cocomarola se perciben las influencias de la zona, ineludibles para la mayoría. Como les sucede a los misioneros Neto, que desde la Triple Frontera bailan “el ritual del litoral”.



Para la historia oficial, las bandas de rock surgidas en las provincias parecieran casos aislados, excepciones que surgieron de la nada, como Los Enanitos Verdes. “Lamento boliviano”, uno de los mayores hits del trío, es la versión de una canción de Alcohol Etílico, otra banda mendocina, que la grabó y publicó en 1986.

Pero sí hay un legado. Existe en Santa Fe, Tucumán, Neuquén, Entre Ríos, Chaco, Santiago del Estero, San Juan, Tierra del Fuego y en cualquier otra provincia. Incluso existen diferencias entre escenas vecinas. El rock de cada ciudad puede ser parecido al que se hace a mil kilómetros de distancia y diferente al de la ciudad más cercana. Porque se alimenta de lo global y de lo cotidiano. Porque el rock, desde el inicio de los tiempos, al menos los tiempos oficiales, habló de rebeldía y pintó la aldea. Así, en el rock de Chilecito está el Famatina, en el de Tartagal hay frontera cercana, y ninguno representa al de sus capitales.

Hoy, las escenas de rock de las provincias gozan de un salto de calidad que los ha hecho crecer pero todavía sufren los padecimientos del amateurismo. Sin embargo, les alcanza para formar parte de la reinvención de todo el rock argentino, que apunta hacia los movimientos independientes y comienza a conformar una red federal de grupos difundidos de manera online gracias a proyectos propios. El año pasado, la Guía REC calculó más de cuarenta sellos de gestión colectiva que engloban más de 300 proyectos en todo el país.

El rock de las provincias no tiene continuidad, le falta público, prensa y no goza de muchos espacios para tocar. Todavía pesa la versión oficial que dice que todo se consagra en Buenos Aires. Integrar sus historias a la Gran Historia puede ser una manera de sacarlo del olvido.

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