viernes, 2 de septiembre de 2016

Espíritu amateur

(Rosso y Lernoud en épocas de la Expreso con discos de la Incredible String Band)

Esta semana apareció un artículo que escribí sobre Expreso Imaginario y el periodismo contracultural de hoy. La nota, publicada en La Agenda, decía que la revista había trascendido porque logró pararse en un lugar original, distinto al de los medios de la época. Para completar esta idea y reforzar el texto entrevisté a Pipo Lernoud y Alfredo Rosso.

Por una cuestión de espacio, como suele suceder, una buena parte de las declaraciones quedaron afuera de la nota. Pero no quería dejar pasar la oportunidad de compartir las entrevistas completas porque creo que son muy interesantes.

Algunos detalles pintorescos: el día a día del periodista es de una crotera importante y la falta de recursos es moneda corriente en mi vida, así que las dos notas fueron hechas de manera poco ortodoxa. La primera se hizo por WhatsApp. Por suerte, Pipo tuvo mucha paciencia y una predisposición que permitió sacarla adelante. La segunda se hizo por mail, en dos patadas, gracias a la generosidad de Alfredo, que contestó rapidísimo una cantidad de texto que superó la extensión original pensada para el artículo.


"Los periodistas estudian mucho Foucault y poco rock and roll"

- En la presentación de Estación Imposible dijiste que hoy la Expreso estaría en contra de la minería, los desmontes, los transgénicos y a favor de los espacios culturales. Me gustaría escucharte un poco más hablando de esa hipotética revista, pensando en el periodismo cultural de hoy, porque el rock está muy metido en el sistema y el rock, los festivales y los discos quizás ya no significan lo mismo que a fines de los setenta. 
- Siempre hubo gente que desarrolló la independencia. Las condiciones van cambiando pero los trabajos son los mismos. En realidad hoy no hay peligro de vida o muerte como había en la dictadura. Hay un montón de elementos más. Si hubiéramos tenido nosotros Facebook, Wikipedia y la facilidad para buscar la obra de cualquier músico en cualquier momento y bajarla toda, las cosas hubieran sido muy distintas. Pero con lo que teníamos armamos una alternativa. Hoy, con lo que se tiene, se tiene que armar una alternativa. Creo que está claro. Y los problemas son los mismos: el cambio climático, la minería, los derechos humanos. Todos estamos de acuerdo con los derechos humanos, por eso no hablo tanto de eso. En cambio, hablo de la minería, que nadie habla. O de los pueblos indígenas, los wichís en el impenetrable. ¡Hay tanto, tanto, tanto para hacer! Tantas culturas para recuperar. La gastronomía, que es un tema que yo he explorado después del Expreso, es un tema riquísimo. Las tradiciones gastronómicas y agrícolas de los pueblos y cómo eso significa toda una cultura. Cada semilla representa miles de años de cultura, de una forma de plantar, de una forma de vivir, de cocinar.
Hay mucho para hacer y para poner en una revista como el Expreso Imaginario, hoy. Yo no veo que se haga. Por ahí aparecen notas interesantes sueltas en algunos lados, pero no creo que haya una cosmovisión representada en alguna revista.
Sin embargo, creo que gente para leerla y gente para hablar y decir cosas hay mucha. Hay muchas experiencias. Trabajando en agricultura orgánica me he encontrado en el mundo entero con la gente que trabaja en permacultura, construcción natural, en comunidades, en cooperativas. Hay muchísimo para hacer y muchísimo para aprender.
- ¿Coincidís en que Expreso Imaginario impulsó una manera diferente de comunicar dentro de la contracultura argentina porque encontró un lugar desde dónde pararse? ¿Que la revista supo qué decir, qué publicar y no caer en lo que podría haber sido, como dicen en el libro, una simple revista de rock?
-El Expreso tuvo que ir encontrando qué decir. Tuvo que buscar el idioma, probar los límites y encontrar desde dónde pararse. Como decimos, creo que todo el tema latinoamericano, los pueblos indígenas, de ecología. O sea, pararnos en la tierra nos permitió también tomar distancia de la moda del rock y eso nos hizo mucho bien. Y nosotros con el asunto de América Latina encontramos una punta para ver desde un lugar distinto. Por eso fue tan importante para nosotros Gismonti. Hoy habría que encontrar otro lugar donde pararse, que lo intuyo pero no se los voy a decir porque los jóvenes de hoy lo tienen que encontrar. Yo estoy muy decepcionado porque no hay gente haciendo eso. No hay gente joven por lo menos intentando un pensamiento alternativo global más allá de la política. Hay algunas publicaciones, como por ejemplo La Vaca.
- En uno de los primeros números escribieron que el periodismo que les tocaba hacer no era "una cosa fría y comercial" sino algo "coherente y lleno de vida". ¿Encontrás esas características hoy en una época que parece ser mucho más cínica?
- No hay periodismo coherente y lleno de vida en este momento porque todos los medios o son propiedad de una corporación, como Inrockuptibles o Rolling Stone, o son propiedad de algún tipo de pensamiento político cerrado. Y las revistas de rock que intentan ser alternativas siguen la agenda de los grandes medios y de las productoras y básicamente repiten gacetillas de presentación de discos y recitales.
- Algo que me parece genial de la experiencia del Expreso es esa capacidad de asombro genuino que se nota que tenían. Por ejemplo, la nota de Atahualpa que termina siendo tapa en diciembre de 1980 surge de un artículo del número anterior, una reseña tuya de un concierto donde te mostrás absolutamente sorprendido y al mismo tiempo un poco avergonzado por no haber reconocido antes a Yupanqui. Esa espontaneidad periodística quizás hoy no se ve tanto. ¿Coincidís con eso? ¿Pensás que los medios actuales de la contracultura, al menos los más instalados, no toman tantos riesgos a hora de publicar? 
- Primero me encantaría saber cuáles son los medios actuales de la contracultura que mencionás, porque la verdad es que, como te decía en la pregunta anterior, no conozco medio que no sea o político o de las corporaciones. Pero la realidad es que así se hacía el Expreso. Nosotros íbamos de descubrimiento en descubrimiento. Descubrimos a Gismonti y lo pusimos en tapa. Descubrimos a Hermeto y lo pusimos en tapa. Cada cosa y cada golpe de viento que nos descubriera un mundo nuevo lo seguíamos, como cuando puse a OPA en tapa.
- ¿Influyó la falta de periodistas “profesionales” en la revista? Cuando digo “profesionales” me refiero a gente que venía de trabajar efectivamente en un montón de medios y hacer una especie de carrera. Creo que el Expreso era más bien un grupo de gente que pensaba de manera muy similar y que tenían gustos muy similares y que después desarrollaron el periodismo como una profesión. ¿Es así? ¿Te parece que eso influyó?
- Sí, me parece que es totalmente así. Es más, me parece que los periodistas profesionales y sobre todo los periodistas que estudian en la academia de periodismo tienen muy pocas posibilidades de ser periodistas libres y descubrir vida. Probablemente hagan buenas notas, sepan titular, cosas que nosotros fuimos aprendiendo sobre la marcha, pero es eso que vos decías hoy del periodismo frío, le falta vida. Bueno, una de las razones es esa: los periodistas estudian mucho Foucault y poco rock and roll.
Lo que quiero dejar en claro es que no me parece que hoy haya una revista como Cerdos & Peces, como El Porteño o como el Expreso Imaginario, a pesar de toda la libertad y todos los medios de información.


"Más que preguntarse dónde están los medios, cabría preguntarse adónde está el público"


- Pensando en la experiencia de la Expreso y en una frase que dijiste hace poco, ¿qué es todo lo que se puede hacer con congéneres?  
- Si con esos congéneres compartís una misma actitud ante la vida –mantener la curiosidad y la capacidad de asombro, la decisión de que nadie te escriba el libreto de tus días, etc.- se pueden hacer muchas cosas: música, cine, teatro… ¡y hasta una revista!
- ¿Coincidís en que Expreso Imaginario impulsó una manera diferente de comunicar dentro de la contracultura argentina porque encontró un lugar desde dónde pararse, supo qué decir? 
- Es cierto. El lugar desde donde pararse lo tenía bien claro su creador y co-director, Jorge Pistocchi, y fue compartido por todo el núcleo de redacción, incluyendo al otro director editorial, Pipo Lernoud, a Claudio Kleiman, a Horacio Fontova, a Fernando Basabru, a José Luis D’amato y a mí, entre otros, sin descartar tampoco a Alberto Ohanián, quien además de plata luchó para allanar las muchas dificultades de una publicación que desplegaba sus alas en días tan oscuros. El lugar del Expreso Imaginario era contracultural, si por esto se entiende una mirada más amplia y abarcativa de nuestra existencia, encarada desde el arte, la música, la ecología, la poesía, las historietas, en fin, todo lo que fue el eje central de la revista. Lo que intentábamos mostrar era que el mundo era mucho más grande de lo que mostraba la cultura oficial, que te condicionaba para que fueses un elemento inofensivo más en la maquinaria social de entonces, apegada al temor reverencial, a la rutina, al concepto del típico joven que “no hace olas” y que sigue una carrera tradicional para “defenderse en la vida”. Siempre me impresionó esa frase, como si tu trayecto por el mundo fuera un ring donde tenés que vivir contra las cuerdas, esquivando golpes, sin posibilidad de expresarte o trascender, imposibilitado, por ese mandato social, de seguir tus instintos y tu musa. Toda esa presión social se multiplicó, por supuesto, en los días del proceso militar, donde una férrea censura cubría todas las formas artísticas.
- ¿Cuánto influyó la falta de periodistas “profesionales” en la revista? ¿Ayudó a tener una mirada fuera de agenda?
- Lo que ayudó, en verdad, fue tener una actitud mental y espiritual diferente, la sensación de que ese Expreso nos llevaba en el viaje que imaginábamos para nuestras vidas. Nunca entendí la definición de periodista “profesional”.  Los colegas a los que admiro en la tarea periodística, Nick Kent, Juan Carlos Kreimer, Lester Bangs, Pipo Lernoud, Charles Shaar Murray, Simon Reynolds, Miguel Grinberg, Richie Unterberger, no tienen –que yo sepa- ningún título oficial de periodistas y sin embargo han escrito las mejores notas que haya yo leído en mi vida. Ayuda una buena gramática, sin duda, pero de poco te sirve si no has salido a la calle “a mezclar tu aliento con otros alientos”, como dice una canción de Poni Micharvegas. Si no tenés curiosidad, pasión, capacidad de asombro, y una meta.
- ¿Se puede considerar hoy periodismo contracultural a las principales revistas de rock cuando el rock ya no es "esa ingenuidad" de la que habla Divididos en Amapola del 66? ¿Dónde está el periodismo contracultural? 
- Cuando hablamos de periodismo contracultural pienso en la Rolling Stone original de Jann Wenner entre, digamos, 1967 y 1973; en la New Musical Express de la primera mitad de los ’70; en los textos de publicaciones universitarias que figuran en “El Libro Hippie”, recopilado por Jerry Hopkins y, en nuestro medio, en publicaciones como Eco Contemporáneo y Mutantia, de Miguel Grinberg, en Esculpiendo Milagros, de Norberto Cambiasso y, por supuesto, en los hijos periodísticos de Jorge Pistocchi, Mordisco y Expreso Imaginario. Pero los ejemplos, en todo el mundo, son muchos más.
- Sin intención de comparar calidades, ¿creés que las revistas de rock (también sus versiones web y las radios) toman pocos riesgos? ¿Por qué, por ejemplo, no puede aparecer La Perla Irregular en la tapa de Rolling Stone o no puede sonar El Estrellero una y otra vez en Rock & Pop?
- Hoy día –y siempre fue así- hay publicaciones que tienen forzosamente que darle prioridad a lo masivo y al “mainstream”, sea musical, literario, de modas, etc., porque de ello depende su supervivencia, vale decir su capacidad de captar auspiciantes publicitarios.  No hay grandes secretos: las marcas ponen su dinero donde esperan captar la mayor cantidad y calidad de público posible. Entonces, no hay que pedirle peras al olmo.
Creo que hay que abandonar de una vez por todas esa anacrónica, anquilosada visión de la “fama” cuasi hollywoodense. Dentro del rock cuestionador, imprevisible, experimental y poco propenso a que le dicten reglas grabadoras, productoras o medios de difusión, ese concepto de “fama” o sea, de llegar a ser un ídolo masivo, suena ridículo. Además, el viejo modelo de multinacionales ricas y productoras todopoderosas que alguna vez sostuvo ese mito está totalmente en crisis.
Por eso se dedican cada vez más a promover artistas que, por sus melodías simples y directas y sus letras inofensivas, apuntan a una masa de gente que no cuestiona demasiado lo que recibe, que prefiere una visión más blanco/negra de la realidad, donde los “buenos” son muy buenos y los “malos” muy malos. Donde el amor triunfa o fracasa pero “dándolo todo”, donde los lugares comunes son la regla, en fin, todas esas cosas que avalan el condicionamiento que la multimedia hace de su público y que, en última instancia garanticen una venta de discos físicos o bajadas legales y de entradas a recitales que permita hacer que la rueda siga girando un rato más.
El rock alternativo, socialmente urticante, experimental, el que se sale de las fórmulas y los moldes estancos, existe y florece y goza de muy buena salud en pleno siglo XXI; ya comprendió que no tiene por qué caer en esas trampas y aceptar esos collares de colores, o sea el viejo esquema de las productoras. Hoy día podés grabar tu propia música en tu casa, con una inversión tecnológica relativamente accesible, podés difundir lo que hacés por Internet, podés entrar en contacto con músicos de otras geografías con los cuales organizar giras de mutuo beneficio, en fin, podés dar a conocer tu arte sin necesidad de la aprobación de ningún productor ni grabadora ni radio ni revista. ¡Esto es fantástico! Lógicamente, ser independiente también implica arremangarte y esforzarte, pero hacer algo creativo y trascendente tiene un precio, también. Nadie dijo que debía ser fácil…
- En uno de los primeros números de Expreso escribieron: “El periodismo que nos toca hacer no es una cosa fría y comercial, sino coherente y llena de vida”. ¿Encontrás esas características hoy cuando el cinismo pareciera estar en cada tuit? ¿Un periodismo coherente y lleno de vida? ¿En dónde?
- En todas partes. Hay sitios de Internet llenos de energía y de contenidos que te despiertan curiosidad y te mueven a buscar música, literatura, artículos de pensadores y filósofos, alternativas de vida. Más que preguntarse dónde están los medios, cabría preguntarse adónde está el público. ¿El lector/oyente de hoy, busca alternativas o prefiere aplastar el traste en el sofá y mirar los mismos programas “mainstream” de siempre? Cuando sintoniza radio en su aparato o en su celular ¿busca las mismas estaciones que le hacen cosquillas con chistes chabacanos, homófobos, xenófobos o de discriminación de género, o está interesado en descubrir cosas que le nutran el espíritu y lo abran a nuevas posibilidades y alternativas en su vida diaria? A menudo tengo que tolerar a gente que dice “no pasa nada ahora con la música” y les hacés un par de preguntas sobre qué escuchan y te mencionan las mismas estaciones de radio y canales de TV y las mismas publicaciones costumbristas de siempre.  Cuando les decís que hay opciones, algunos te miran y te dicen: “no, a esta altura de mi vida, yo clavo el dial de la radio o el control de la TV en un sitio y de allí no me muevo…”  Bueno, ok, estás en todo tu derecho, pero entonces no digas que no hay nada; decí mejor que te rendiste, que no querés preocuparte por buscar más… Pero no quieras tapar el sol de todo lo que está pasando hoy, aquí y ahora, con el dedito de tu abulia.
- Pipo Lernoud dijo que si la Expreso saliera hoy estaría en contra de la minería, contra la deforestación, contra los transgénicos y a favor de los espacios culturales. ¿Qué aportarías vos a esa lista? 
- Agregaría que el Expreso, en su parte musical, estaría hablando todavía más de World Music; de lo que pasa en Latinoamérica, en África, en Asia, en los diferentes rincones de nuestro país, porque Argentina desborda de música de todo tipo. También estaría abogando por un uso más creativo y con mayor discernimiento de la tecnología y en particular de Internet, conectándose con sitios web luminosos y esclarecedores. Creo también que hablaría del doble discurso de los políticos y de algunas de las víctimas más notorias de ese doble discurso, como los pueblos originarios de nuestro país, y también de la demencia que representa la discriminación, por género, por raza, por condición social. Me parece que habría un amplio terreno en el que moverse, si tuviésemos hoy una publicación como el Expreso.

Todas las fotos fueron extraídas del Facebook de Pipo Lernoud.

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