sábado, 1 de julio de 2017

Rastros de una charla poco difundida

Greil Marcus pasó por Buenos Aires. El periodista estadounidense, una leyenda viva de la crítica cultural con anclaje en el rock, brindó una entrevista abierta en la Biblioteca Nacional este viernes 30 de junio.

A las seis de la tarde, hora prevista para el arranque de la entrevista, apenas un tercio del auditorio Jorge Luis Borges estaba cubierto. Evidentemente, los periodistas inflamos todo. Hasta nuestros miedos. En la previa, más de un colega confesó haber llegado temprano para no quedarse afuera. Lo cierto es que el evento se difundió mucho en el micromundo de redes sociales del periodismo especializado y muy poco en… bueno, en todos los demás lugares. Apenas un rato antes aparecieron entrevistas en Infobae y en Rolling Stone. Lo cierto es que todo se armó a las apuradas para aprovechar que Marcus anda por el país, acompaña a su hija, que realiza un trabajo sobre la cultura y la comunicación durante la dictadura de Videla, y pasea por distintos lugares, como las Cataratas del Iguazú. En consecuencia, sólo se acercó el núcleo duro del ñoñaje.

La entrevista fue realizada por Pablo Strozza, que preguntó sobre Lester Bangs, Bob Dylan, Trump, el rock no anglo, entre otros temas, que no fueron demasiados, ya que Marcus contestó de manera generosa y consumió buena parte del tiempo disponible.

Contó una anécdota con Dylan: dijo que lo conoció en el 63, cuando Bob tocó junto a una cantante oriunda de la misma ciudad de Marcus. Ella los presentó. Después del concierto, Marcus se acercó y lo felicitó. El Nobel contestó: “Fue una mierda, loco. Una mierda”. Sobre Lester Bangs dijo que era un hombre que amaba las drogas y la música, especialmente la música. Que era capaz de reseñar todo lo que escuchaba. De él también recordó un episodio gracioso: Lester salía con una chica que tocaba en una banda. Una noche, la banda fue a tocar a un típico baile de graduación estadounidense. Se la pasó parado en un rincón, aburrido, hasta que comenzó a escribir en su mente una reseña sobre la fiesta. De pronto, ya poseído por el cronista, encaró a una vieja que hablaba a pocos metros con otra persona y le dijo: "¡Señora! Soy Lester Bangs, estoy cubriendo este baile para la revista Creem y me gustaría saber de qué está hablando".

En su estadía en Buenos Aires, Marcus fue a desayunar todos los días a un bar de Palermo que, contó, sólo pasaba “rock británico de 1966", algo que lo sorprendió. Quizás Greil se quede afuera de esta certeza, pero todos sabemos que eso sucede sólo en el barrio que supo tener pintadas de La Armada Cósmica. Además, destacó que el taxista que lo llevó ayer por la ciudad escuchaba un compilado de Lennon. Explicó que no se animaría a escribir sobre rock de países como Alemania, Francia o incluso Argentina porque no se considera preparado, porque no está obligado a escuchar todo. Argumentó que no conoce lo suficiente y que sencillamente no podría captar lo que transmiten esas canciones de origen extraño.

La gente que preguntó hizo foco sobre la obra de Marcus: metodología, muchas referencias a Rastros de carmín, su libro más emblemático. El traductor no era del palo pero laburó como condenado: escribió como un poseso para traducir en tiempo y forma. Strozza lo corrigió un par de veces, como cuando dijo cosas como "entonces Lester Bangs escribió sobre Eme Ce Cinco” (por MC5) o "Bob Dylan realizó Las Grabaciones del Sótano con La Banda” (en lugar de The Basement Tapes y The Band).

Algunas de las ideas que más me quedaron: hay que escribir lo mejor posible, sobre lo que a uno le guste, sin pensar en cosas como el poder de los críticos o el alcance de los textos. Que YouTube es lo que más lo seduce para escuchar música, especialmente los compilados armados por fans que tienen un profundo nivel de detalle. También destaco la risa de Alfredo Rosso, que escuchaba atento en un rincón, arriba. El merecía estar sobre el escenario.


Foto: Twitter del Ministerio de Cultura de la Nación.

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