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domingo, 29 de octubre de 2017

De vieja escuela pero actual


En los estudios de Canal 10 de Tucumán, en Yerba Buena, se vivieron momentos de incertidumbre total el pasado mes de septiembre. Los miembros de la tribuna del late night show De Noche con Miguel Martín no pudieron ocultar gestos evidentes de perplejidad, risa y confusión. No entendían nada de lo que pasaba entre esos cuatro muchachos de elegante negro que se desgarraban las entrañas en el escenario con una música imposible para los estándares comerciales televisivos. Mientras el cantante emitía alaridos dignos de clímax de película de terror, una mujer de rulos intentaba contener la carcajada y una chica joven se tapaba la cara en inequívoca pose de incredulidad.

Dos semanas después, Raúl García Posse, cantante y guitarrista de la Senegal Grindcore Mafia, está sentado en un bar del barrio de Parque Chas, en la Ciudad de Buenos Aires. Ya no está vestido de negro y con una tranquila voz cuenta la risa que les provocó a él y a sus compañeros ver el video de la reacción del público en el canal. Les gustó tanto que lo usaron para promocionar la inminente aparición de Ido y Lúcido, el segundo disco del grupo, que se publicará el 23 de octubre en CD y cinco días después se podrá escuchar en formato digital.

Raúl cuenta que en “Rocco invade Polonia”, la canción que mostraron en la tele, la voz tiene una exigencia “descomunal”, algo que podrían certificar en Canal 10. El resto del álbum fue construido en base a un sacrificio similar, ya que durante todo el proceso de creación, los cuatro músicos (a la banda la completan Pablo Lamela Bianchi en bajo, Gaspar Rojas en guitarra y voz y Germán Gómez en batería) trabajaron con una intensidad que por momentos los aniquiló física y mentalmente. “Después de eso (cantar en televisión), fue el momento en que encontré lo que venía buscando. Logré cantar el disco y quedar con resto y ganas para seguir. Cosa que no me había pasado, para mí era como correr una maratón de rodillas. Un montón de veces tenía ganas de decir ‘muchachos, por favor paremos, que me está matando’. Y lo mismo pasó con cada uno de los integrantes. Todos hemos tenido algún problema psicosomático”, dice.

Para definir Ido y Lúcido es conveniente citar una frase que aparece en el libro interno del propio disco: “Un planchazo en la espalda, de esos que te hacen tirar la cabeza hacia atrás”. En cuarenta minutos, la banda ofrece “violencia apta para todo público” condensada en seis canciones: “3DXH”, la ya mencionada “Rocco…”, “Está estallada”, “Un cinto y un placard”, “Doble yema” y el bonus track con “Los sobrevivientes de Armstrong”.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Apuntes sobre “Yo no estoy aquí”, de Pipo Lernoud

(A la foto la saqué de acá)

Es mucho más grande de lo que pensaba. Tiene 350 páginas. El diseño es muy lindo, bien variado. Algo que se aprecia en todos los libros de Gourmet Musical que pude leer hasta ahora.

El índice es larguísimo. Eso quiere decir que los textos no son extensos. Es un libro dinámico, intuyo. Aunque dinámico parece la descripción de un puesto en un call center o en una empresa garca que convoca a estudiantes para pagarles dos pesos y ponerlos a hacer de todo. Dinámicos, proactivos, con ganas de trabajar en equipo y ser explotados.

En el prólogo, (de pie) Alfredo Rosso (sentarse) propone leer a la bartola. Dice: “Uno lo puede leer en el orden en que están dispuestas las páginas, pero para mí funciona todavía mejor si uno lo abre al azar en cualquier página y se mete de lleno en el tema que obsesiona a Pipo en ese lugar y en ese momento”. Bien, hagamos eso. Convirtamos a “Yo no estoy aquí” en el “Rayuela” del periodismo contracultural.

Empiezo, sin embargo, por el principio. Perdón, Alfredo, siempre fui un contrera. Es que al lado de tu prólogo hay un texto muy corto en el que Pipo cuenta cuándo y dónde nació. Cuenta un par de cosas más a modo de intro y le da pie a la sección “Diarios”, que abarca escritos realizados entre el 64 y el 66, hace medio siglo.

Leo la entrada 145, de agosto de 1966. Pipo tiene 19 años. Escribe:

Hay que acabar con el profesionalismo y la especialización dondequiera que sea. 

¡Basta de libros!
Basta de masturbaciones intelectuales. 
Quemé todo.
Quemé de un saque tres años de literatura, tres años de trabajo y fe en algo. 
No quiero prometer no leer, pero voy a dedicarme a los cuentos para chicos solamente. 

Solo la vida importa. 
Y la revista, para abrir caminos limpios. 

Basta de Bar Moderno.
Basta de exposiciones.
Basta de barbas.
Basta de discusiones. 
Basta de palabras.
Basta de gestos.
A lot to be. 

Solo no hay trampa para la orden de hacer fuego hasta que todo arda. Cortázar incluido. 

Solo quedo yo. 

Esta primera parte es pretenciosa y tiene dramatismo adolescente. Me hace acordar al protagonista de Submarine, que para contar lo mal que la pasa sin la chica que le gusta dice algo así como “todos los días me quedo mirando el ocaso hasta que el cielo adquiere el color de mi corazón”. Genial.

lunes, 3 de octubre de 2016

Qué pasa que no vendo


Desde julio funciona La Disquería de Salta, un puesto que vende discos de músicos independientes de la provincia. Bueno, “vender” es un decir. El sábado pasado no vendió nada. Ganancia cero.

No hay que asombrarse. El escaso interés que refleja el nulo movimiento del puestito es una constante en la provincia. Lo que pasa es que a los músicos locales no los va a ver ni el loro, como quien dice. Entonces, es lógico que nadie compre sus discos.

El responsable visible de la Disquería es Diego Maita, músico, docente, periodista y gremialista. Un personaje transversal de la contracultura salteña de los últimos quince años. Maita siempre está: como docente de Humanidades; como músico todoterreno capaz de integrar las filas de bandas de reggae, rock para niños o folclore; como periodista especializado en la escena del rock salteño y también como uno de los miembros de ADIUNSa, el gremio de los docentes universitarios.

Maita conoce de luchas por causas difíciles y sabía con qué bueyes araba a la hora de ensartarse con esto de la disquería que no le vende un disco a nadie. Pero Maita cree en lo que hace y no hay con qué darle.

“No deja de ser llamativo que Salta, que se autoproclama tierra de músicos y poetas, no tenga desarrollado que la gente tenga el hábito de consumir música de acá. Los Nocheros, que son la banda que más deben haber consumido los salteños en los últimos veinte años, se iniciaron acá, pero su carrera la desarrollaron en Córdoba y Buenos Aires”, dice, antes de recordar que hace poco estuvo en la disquería HyR Maluf y vio discos de músicos locales relegados al fondo, olvidados en las bateas y ofertados a precios indignos, algo que provoca una sensación todavía más oscura, porque no se venden ni aunque estén a treinta pesos en plena peatonal.

jueves, 10 de abril de 2014

El rock del ancazo


Metal progresivo experimental con toques de psicodelia, funk, free jazz y letras en idiomas inventados, desde la tierra del Monumento al Sánguche de Milanesa, con un Mars Volta de invitado. ¿Qué carajos? El trío tucumano Los Random se está convirtiendo en uno de los más prestigiosos grupos emergentes argentinos gracias a Pidanoma, su reciente segundo disco, una obra exigente y maravillosa que traslada por varias capas de sensaciones, climas y sonidos. Un álbum que cumple con el mandato del Señor Damián, que aparece sampleado entre la banda, y Marco Antonio Solís: todo se trabaja mentalmente.

En 2009, el demencial EP Prrimo, The les sirvió de presentación. En Todo.s los colores del (2011), acentuaron su veta metalera abrumadora y comenzaron a destacarse. En este nuevo trabajo, la madurez de estos pibes que promedian los 24 años sorprende. Grabado en vivo en su estudio de Tafí Viejo, con la producción de Ramiro Rodríguez, Pidanoma fue publicado de manera virtual a fines de enero a través del sello Las Tías Records. Apareció el mismo día del nacimiento de Felipe, segundo hijo del baterista Marcos Crosa: la banda esperó a que el niño naciera para darlo a conocer.

Pidanoma no tiene el gancho inmediato de canciones pasadas como "Elchi, John" o "Cachafaz". Tampoco abunda esa brutalidad inicial que hacía volar cabezas con furia deslumbrante. El grupo se abrió musicalmente y abandonó las letras en inglés. Se mantienen los términos tucumanos, presentes en todos sus discos, que le aportan identidad. Las palabras funcionan como un instrumento más. Acompañan a la música, como alguna vez supo hacer Seru Giran. La introspección es la protagonista. El trío baja a las oscuras profundidades del sonido para salir disparado más lejos que nunca. “Lo grabamos tres veces, las dos anteriores tenían todo dado vuelta, no había madurado. Había riffs que estaban en otro tema o partes sin tanto protagonismo. Era más corto, un poco más desordenado. El disco mismo nos fue exigiendo muchas cosas, como desterrar el inglés o también no meter tantas voces”, recuerda Raúl García Posse, cantante y guitarrista.