El rock es así. Hay que componer, ensayar, viajar, tocar, dar entrevistas y a veces buscar mapas europeos en un atlas de Clarín. Al menos eso es lo que tienen que hacer los Winona Riders esta noche, aquí, en las oficinas de Indie Folks, en Buenos Aires.
«Hoy no se va nadie hasta terminar esto», dicen. «Esto» es preparar el flyer para los shows que van a dar en noviembre en Irlanda, Inglaterra, Francia, Alemania, Dinamarca y España. Y hay que apurarse, porque el tiempo no está de su lado. Faltan dos días para anunciar la gira y por alguna razón la gráfica les está llevando más de lo pensado. Así que Ricky Morales, uno de los guitarristas, llega con dos atlas enormes que carga en una totebag con el logo del grupo, dispuesto a encontrar imágenes que puedan inspirarlos.
En un sillón está Santiago Vidiri, el bajista, que llegó primero porque trabaja cerca. Luego aparece Gabriel Torres Carabajal, uno de los cantantes. Los tres se manejan como si estuvieran en su casa. Suelen pasar muchas horas aquí ensayando o trabajando en otros aspectos del grupo. Y tienen mucha actividad: Winona Riders es hoy uno de los referentes de la nueva escena nacional. Con tres discos editados y un reciente show en el estadio Obras de cuatro horas y media, el quinteto sostiene orgulloso su chapa de insignia de la renovación del rock argentino.
Formada en 2018 en el Conurbano Bonaerense, la banda se completa con el guitarrista y cantante Ariel Mirabal Nigrelli y el baterista Francisco Cirillo. Muchos la conocen solamente por la eficiente táctica de promoción de 2023, cuando estaba por aparecer el disco debut, Esto es lo que obtenés cuando te cansás de lo que ya obtuviste, que consistió, básicamente, en salir a decir que Winona Riders era lo mejor que le había pasado al rock nacional en las últimas décadas.
Pero la arrogancia no venía en un envase vacío. Su primer disco no cambió el mundo, pero sí permitió que los Winona pudieran consolidar el fenómeno que protagonizaban en Buenos Aires, donde llenaban sin problemas lugares medianos como Niceto. Tras su debut discográfico, la banda empezó a expandirse y a tocar en las provincias y en festivales importantes como Lollapalooza (donde el año pasado fueron noticia por su crítica a Javier Milei con una bandera que mezclaba la de Argentina con la de Estados Unidos). Luego, en ese mismo 2023 llegó el segundo disco, El sonido del éxtasis. El año pasado, en noviembre, apareció No hagas que me arrepienta, el tercero, que traía «V.V», una canción dedicada a Victoria Villarruel no en los mejores términos.
La semana que viene los Winona se olvidarán por un rato de su gira europea de noviembre y apuntarán al NOA, adonde llegarán por segunda vez para dar shows en Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Jujuy. Antes de los conciertos, la banda habló de su presente, de las polémicas pasadas y de la nueva etapa que comienza luego del emblemático show en Obras Sanitarias.
¿Cómo están después de Obras?
Santiago: Dejamos la vara muy alta para nosotros mismos, me parece.
Gabriel: Yo creo que si bien la vara está muy alta, no deja de ser, no por desmerecer el escenario o la cantidad de gente que había, o la cantidad de horas y temas que tocamos, no deja de ser como una fecha más. Entonces si bien la vara quedó alta, a la vez siento que estamos entusiasmados por lo que viene, por lo que sigue.
Santiago: Sí, bueno, pero hablando más que nada de nosotros, hicimos pretemporada para llegar a ese partido como nunca, boludo.
Gabriel: Eso es cierto.
Santiago: Le pusimos una cabeza…
¿Cuánto tiempo duró esa pretemporada?
Santiago: Y fue desde que lo anunciamos, básicamente, que eran los ensayos tres veces por semana, juntadas de producción con todo el tema de las luces, las pantallas.
Ricky: Escenografía, luces, equipo técnico, backline.
Santiago: Toda la parte del Sindicato del Drone, invitados, no sé qué.
Gabriel: Los vientos.
Santiago: Todo agarrado, nada dejado al azar.
Gabriel: Armar los bloques.
Santiago: También.
Gabriel: Eso lo recuerdo muy engorroso.
Santiago: Hacer un show de cuatro horas, separarlo en momentos de forma tal que sea dinámico. Yo creo que quedamos todos muy contentos con el resultado y quedó eso: lo recontra podemos hacer y ahora más. ¿Cómo pasamos esa vara?
Ricky: Sí, creo que capaz no nos enfocamos tanto en el hito del Obras, sino que es más personal, de tener un lugar acorde a poder explayarte, digamos. Y hacer la producción total que teníamos en la cabeza y que por tocar en otras venues más chicas no podíamos explayarnos o no podíamos producir como nosotros queríamos la fecha. Creo que lo terminamos utilizando más de esa manera. Como un lugar gigante en donde podíamos poner todos los detalles que había en nuestro cerebro. Y después eso: si bien tiene una carga histórica el Obras, es un paso más para nosotros.
Cuando Duki llegó a River dijo algo así como y ahora ya está, se terminó todo. ¿Es pensar en términos numéricos? ¿Ya llegué a lo máximo? ¿No se piensa en términos artísticos? Por la respuesta que ustedes dan, parece más lo segundo.
Gabriel: Siempre es una cuestión artística. Y los números podremos llegar al límite, pero en cuanto a lo artístico no sé si hay un límite. Siempre es una búsqueda distinta.
Santiago: Además Obras no es un River (risas).
Pero pensándolo de esta manera: no puede ser que una convocatoria sea un límite.
Ricky: Sí, que sea tu prioridad, digamos. Es más, ahora en el Obras estuvimos tocando con el Sindicato del Drone y si bien todavía no hay nada planeado, ya quedamos como de palabra de poder hacer un show propio con ellos que dure dos horas. Las dos combinaciones. Que no sea solamente media hora (como en Obras). Y eso sí producirlo en un lugar más íntimo, más chico, de 200, 300 personas. Teatros más chicos donde haya más intimidad. Entonces, en realidad la capacidad o la gente que vaya es algo secundario, al menos por ahora, para nosotros. En realidad utilizamos más que nada los lugares para poder explayarnos y producir lo que tenemos en la cabeza.
¿Quedaron manija para hacer otro?
Ricky: No sé si es necesario.
Santiago: No, es verdad.
Ricky: Salió todo como esperábamos y lo produjimos como quisimos. Nos pudimos sacar esas ganas de poder hacer lo que queríamos en un lugar grande, en un lugar que se banque el sonido. De eso también estuvimos muy pendientes: la técnica de sonido para que suene bien. En un momento había más de diez músicos sonando y que todo eso suene parejo en un show tan largo y no lastimar los oídos de las personas también lo tuvimos en cuenta desde el principio. Ya sabíamos que iba a ser un show largo y también eso: encontrar una dinámica en el setlist, encontrar bloques para que no sea mala la experiencia.
Santiago: Yo creo que haciendo el paralelismo con lo que decías, de un River, siento que cuando llegás a eso y sale bien, es al revés. No es algo que decís «¿Y ahora qué?». Es liberador. Es decir bueno, a esto ya le pongo el check y ahora es romper y arrancar de vuelta con otra cosa que tengas en la cabeza. Tenés todo el camino de vuelta para hacer.
¿La decisión de tocar cuatro horas surgió rápido?
Gabriel: Estaba implícita desde el vamos. Era el primer estadio propio, y si bien la máquina de ideas y canciones nunca frena, era «Bueno, toquemos todo lo que hay hasta acá». Al principio se habló de hacer las canciones nuevas que ya venimos rotando en la lista, pero era sí o sí tocar todo lo que habíamos hecho. Era la base.
Ricky: Sí, para darle lugar a todas las canciones. Decirle a todas las canciones loco, llegamos hasta acá. Y que todas tengan su momento. El Obras fue la evolución final de una etapa en la que las canciones ya estaban maduras. Ya estaban bien tocadas, bien ensayadas, bien evolucionadas.
Aparte ustedes en los recitales anteriores ya tocaban tres horas, así que era darle un poquito más.
Ricky: Sí, y también el hito personal de che, tocamos toda nuestra discografía completa.
Gabriel: Sí, nosotros somos todos de ir a recitales, y yo en lo personal siempre que voy a ver a una banda que me gusta y que ya medio que le conozco el repertorio, digo che, faltó esta. Entonces, a mí me tentaba la idea de que la gente salga de Obras y trate de pensar qué canción faltó y se dé cuenta de que no faltó ninguna.
¿Cuántas son?
Gabriel: 35. Son las de estudio. Después hay un par de covers que solemos hacer.
Santiago: Pero tocamos todo el material de estudio.
Gabriel: Sí, salvo «Loop», que no está de estudio, pero está ahí, dando vueltas.
Ricky: El tema inédito.
¿Esa noche tuvieron parates o le metieron derecho?
Santiago: Fue bastante derecho todo. Hubo un momento en el que le dejamos al Sindicato los primeros minutos, que es como su idiosincrasia. Ellos cuando suben al escenario dejan como un minuto de silencio, después arrancan. Nosotros dejamos de tocar.
Ricky (que sigue hojeando los dos volúmenes del atlas): Es el protocolo de ellos, la ceremonia de ellos, que en sus shows, cuando arrancan, el primer minuto es silencio absoluto. También ese silencio es parte del show.
¿Eso fue a la mitad del show?
Todos: No, a la hora.
Ah, o sea que todavía faltaba un montón.
Gabriel: Después del set de Drone era como un show clásico. Faltaban dos horas y media.
Me preguntaba si hablaban entre ustedes en algún momento, si lo podían disfrutar o si estaban enfocados en lo que estaban haciendo.
Santiago: No, yo creo que claramente nos conocemos de tocar tanto que girás la cabeza y ves al que tenés al lado que la está gozando y entendés que está todo bien. Me acuerdo que en el momento en el que subió el Sindicato, que nosotros bajamos un toque, yo le digo a Ricky «Che, está tremendo». Está saliendo todo muy bien.
Gabriel: Sospechosamente bien (risas).
Santiago: La verdad que se disfrutó. Cuando estaba terminando el set, yo pensé que habíamos tocado dos horas y media. No parecieron cuatro. Y obviamente, una semana antes estás pensando ¿Me la voy a bancar? Creo que en ningún momento ensayamos las cuatro horas de corrido. Siempre ensayábamos por bloques. Tocarlo todo de corrido era un «A ver qué pasa». Y creo que podríamos haber tocado dos horas más sin problemas. Había mucha adrenalina.
¿Qué les dice su público en relación a eso, a todo lo que pueden tocar ustedes? Que ya es una característica más del grupo.
Santiago: Sí, no sé si es algo que se espera ya de nosotros, esos shows largos. Pero no creo que nadie que nos vaya a ver hoy en día espere que toquemos, no sé, una hora y media. Salvo que sea un festival. Vamos a subirnos al escenario y a empezar a tocar y a empezar a tantear cómo viene el vaivén con la gente y nada, meterle.
¿Cuando se van de gira, por ejemplo ahora al Norte, pueden hacer eso, o tienen más limitaciones?
Gabriel: Nos llegó la información hace relativamente poco que en la fecha de Tucumán tenemos el teatro disponible desde las doce hasta las seis de la mañana. Así que es la única que nos dieron rienda libre. Y creo que en Salta también, porque tocamos solos. Tenemos un poquito más de tiempo. Después en el resto hay un tope de dos horas, dos horas y monedas. Se corre la bola y es tipo «Chicos, dos horas y media les negocio» (risas). Ya la gente lo sabe.
¿Y estarían dispuestos hacer algo más largo en Tucumán, ya que está la oportunidad?
Gabriel: Sí.
Santiago: En Tucumán, si las cosas se dan, nos van a tener que bajar, básicamente.
Prepararon todo, está todo muy pensado, pero al mismo tiempo, en el escenario esas tocadas largas dan…
Gabriel: Hay mucho lugar para la improvisación.
Claro. ¿Cuál es el balance entre improvisación y planificación? ¿Hasta dónde se permiten colgarse?
Santiago: Lisa y llanamente la sensación del momento. No hay ninguna otra vuelta de tuerca. Al menos así lo siento yo. Los temas se estiran o se acortan o se tocan a determinado tempo dependiendo de lo que está pasando en el momento.
Ricky: No hay nada estipulado. Está ensayado un tema a modo corto, modo mediano y modo larga duración.
No sé si ustedes esperan o buscan que el público se compenetre con la música de la misma manera que ustedes. Porque hay un proceso.
Santiago: Hay un proceso de romper la barrera y romper la paciencia de la gente un poco.
Ricky: Sí, un desafío de no entregar lo que el público está pidiendo ni entregárselo de una manera fácil. Te lo voy a dar, pero al tiempo nuestro, que creo que es más placentero. Es como esa sensación de (piensa) querer una Coca o fumarte un pucho, y en realidad estás disfrutando más el deseo de que en cinco minutos me prendo un pucho, que capaz cuando lo estás fumando.
Gabriel: Síiii.
Ricky: Sentís más placer en la espera y en la expectativa de estar aguantando, que en el acto en sí. Me parece que somos una banda que entrega medio así. Te va a entregar lo que querés, pero a su debido tiempo. Y es más placentero.
¿Ese modo se dio una vez que empezaron a tocar y se dieron cuenta de que lo podían hacer, o fue una idea que buscaron hasta que salió?
Gabriel: Creo que surgió en el vivo y en la sala de ensayo. Tocando entre nosotros surgió un montón y se fue ejercitando. En realidad creo que nació en el vivo y después en la sala de ensayo. Y eso se fue ejercitando de esa manera. Pero es una cosa muy del vivo, de tocar las canciones una a cien veces y ver lo que se puede ir dando.
Y ahora pueden componer de esa manera también.
Gabriel: Sí, la mayoría de las canciones vienen de zapadas. Hay canciones que capaz salió un riff en vivo y lo hace Ari o lo hace Ricky y eso se termina convirtiendo en una canción en la sala de ensayo.
¿Se graban los vivos? ¿Se escuchan después, se juntan a escuchar?
Gabriel: Compartimos el archivo.
Ricky: Y por ahí, cada tanto, hay noches que capaz alguno de nosotros tuvo el archivo y lo puso en su casa, y viene al ensayo tipo «Chicos…
Gabriel: «1: 41: 53 , fijate».
Ricky: …el bootleg de Tucumán estuvo increíble». Y capaz eso. Entre birra, mate o estar armando todo para ensayar, ponés play y terminamos escuchando el recital completo que tocamos. Y capaz alguna particularidad que alguno tomó nota. Eso que decía Gaby: «Che, en el minuto treinta clavamos este tema, mirá». Para bien o para mal. Este tema salió como el orto o pasó algo raro.
Y ahora vuelven por segunda vez al Norte. Hacen las mismas ciudades que la primera vez. ¿Qué recuerdos tienen de la gira anterior?
Gabriel: Fue divino.
Santiago: Fue tremendo, sí.
Gabriel: Fue una experiencia hermosa. En lo personal fue la primera vez que fui al norte del país. Y además de quedar completamente encantado con los paisajes, todo lo que vimos en la ruta, la gente una masa siempre. Nos recibieron con mucha calidez. Y eso se traduce a la hora de tocar. Está claro ahí cómo suena. Teníamos pensado en estos días que quedan antes de la gira subir las grabaciones de la gira pasada, como un presente para que la gente vaya calentando motores.
Santiago: Son shows que se pone a grabar un celular al lado del sonidista y es eso. Pero bueno, es más la idiosincrasia de tener registro, que la calidad en sí.
¿Hay alguna expectativa para esta nueva visita?
Gabriel: Hay un disco nuevo, entre comillas, que salió a fines del año pasado, y ya hay una serie de canciones nuevas que no las escucharon. Cuando fuimos estábamos tocando los primeros dos discos únicamente. Entonces creo que la manija está en eso.
Santiago: Y en lo que vamos a avanzar del cuarto disco, que ya estamos tocando.
Ustedes ya están con la cabeza en el siguiente disco. ¿El nuevo entonces no queda viejo?
Gabriel: Sí, yo ya las siento un poco viejas. «680», «Fiesta en el ascensor».
Ricky: Sí, por la manera de evolucionar. Es como que si bien les seguimos sacando el jugo y las seguimos disfrutando, creo que nos pasó más que nada con el Obras, poder producirlas de una manera hipercompleta te hace decir che, ya tiene un buen nivel, más que esto no va a sonar. O ya tiene un buen piso. Te hace superar una etapa.
Santiago: Yo siento que también son canciones que la mayoría no tienen un año y que las estuvimos tocando todo este tiempo. Y hay canciones que todavía tienen piso para mejorar en el vivo. Se siente desde que salió en noviembre que van creciendo, cambiando para bien. Yo les sigo encontrando la gracia a la hora de tocarlas. Pero bueno, es verdad que nos viene corriendo el otro.
Gabriel: La mayoría de las canciones de No hagas que me arrepienta tuvieron un proceso de composición muy exprés comparado a los otros dos discos. Ponele, hay canciones que las tocamos por primera vez todos juntos en el estudio cuando ya las estábamos grabando. Entonces la versión que está en el disco no es para nada la que estamos tocando ahora y no va a ser para nada la versión que vamos a tocar en seis meses. En ese aspecto, van mutando, eso está buenísimo.
¿Cuánto están tocando del disco que viene?
Gabriel: Estamos tocando seis.
Santiago: Después del Obras tuvimos el Festival Superfly y ahí tocamos todos temas nuevos, directamente. Fueron seis temas, ¿no?
Gabriel: Que ya hay algunos que están en YouTube.
Ricky: Como demo.
Santiago: Y de esos no sé si sumamos alguno, pero ya están siendo producidos cuatro o cinco más.
Gabriel: Y después, de maquetas maquetas, que ni siquiera tocamos, hay quince más.
Santiago: Es todo un camino de ir llevando cada tema hasta su ritmo y cuando sea la hora de grabar, veremos cuál está para eso y cuál todavía le falta. Con eso armaremos el disco. O dos (risas).
Responde a la velocidad con la que vienen sacando discos ustedes: muy rápido.
Santiago: Sí, también eso es un poco la idiosincrasia de las bandas que nos gustan, que tomamos un poco nosotros, de no guardarse nada. ¿Por qué esperaríamos si ya tenemos los temas? ¿Por qué estar especulando con toda la parte de promoción o de «No te conviene porque ya estás muy gede con tantos discos»? No, si los temas están y hay guita para grabarlos y mezclarlos y sacarlos, o tiempo, o lo que sea, se va a hacer.
¿Les dijeron alguna vez paren un poco?
Todos: No, no.
Santiago: No, porque saben que es lo que no nos pueden decir (risas). Pero uno sabe cómo se maneja la industria.
¿Cómo están en este momento con toda la fama que se hicieron apenas surgieron los discos? Esa banda que venía a revolucionar todo.
Santiago: Creo que como banda hicimos un laburo para bajar esa espuma un poco.
Gabriel: Sí. Estábamos ensayando para el Superfly y decíamos «Es como una banda nueva». Se va a sentir raro tocar «Dopamina» o «Dorado y púrpura» ahora. Es otra banda. Y eso creo que te lava un poco la conciencia que tenés sobre las cosas del pasado. Es otro el concepto.
Ricky: Sí, no te enganchaste en la gilada de seguir hablando. Ya está. Ya boconeamos, ya hablamos. Ya tiramos el berretín, un montón de gente picó. Funcionó, generó lo que generó. A nosotros, en cierto modo nos sirvió, pero vos fijate que tampoco al año estamos volviendo a decir otra pelotudez. Y también eso: también nos gusta ser arrogante de esa manera de decir algo, pero también defenderlo y decir bueno, hoy por hoy somos de las bandas que más está tocando y no le importa tocar en Obras y en un mes está tocando en un lugar para 200 personas. Entonces, también defender todas las boludeces que decimos, o que pueden salir de nuestra boca. Defenderlo de esa manera: que lo importante es la música. Creo que nos da la espalda. Y creo que después no se volvió a hablar del tema. Al final es che, Winona está tocando en todos lados y sigue sacando discos y temas, y los pibes son unos manijas. Te guste o no la banda, somos una banda que está siempre como pionera en varios frentes.
Alguien podría decir bueno, son una banda más que está tocando, no se volvieron Charly García.
Gabriel: No nos interesa ser Charly García.
Ricky: Es que el berretín era un poco eso. No venimos a ser Charly. Un montón de gente flashó estos pibes quién se piensan que son, ¿son Charly? ¿Y quién metió a Charly en la discusión? Eran otros tiempos, era otro consumo, era otro tipo de gente. La gente, por nostalgia y por defender una época en la que se sintió representada, termina comparando todo con todo. Pero objetivamente los tiempos cambian y evolucionan. Termina siendo al pedo comparar una banda de ahora con otras más viejas. No tiene mucho sentido.
¿Eso no les generó una presión de estar a la altura de sus propios dichos?
Gabriel: No.
Santiago: Lo que pasa es que nosotros siempre nos comportamos como lo que pensamos que somos, independientemente de la presión o no. Es lo que decía Ricky antes. Todo lo que en su momento dijimos es porque sentimos que tenemos la espalda para bancarnos todo. Más allá de todas las discusiones y toda la boludez. Es hasta gracioso.
Ricky: Es que además hoy por hoy vos hablás y se lo toman todo tan literal. Como un discurso que pum, tal dijo esto. Y hoy por hoy todos nos contradecimos. Termina siendo irónico que salgan los titulares con tal banda dijo esto. Capaz al otro mes estamos diciendo lo contrario. Y es solamente para eso: el momento, el amarillismo, el vender la nota ese día. Después vemos qué vendemos mañana.
¿Cómo se llevan con esta época en la que hasta la rebeldía parece estar enconsertada? Todo está dentro de un sistema muy controlado. Todos en las mismas redes, consumiendo las mismas cosas. Instagram, TikTok, el mismo circuito de lugares. Como que no hay un fuera del sistema real. ¿Están de acuerdo?
Ricky: Creo que lo que en verdad importa es cuánta importancia le das vos a las redes sociales.
Santiago: Siento que si lo planteás así ponés a las redes y al mundo digital como la realidad, cuando capaz una forma de rebeldía es ir en contra de eso. Es real pero no es la realidad. Podés estar dentro pero usarlo a tu manera y controlarlo vos. Que labure para vos.
Ricky: Depende la importancia que le da la persona. Si está hiperinvolucrado y le afecta todo, obvio que su realidad va a estar en una red social.
Santiago: Siento que son cosas que con el tiempo van perdiendo peso. Para ir a lo más burdo: ¿Cuántas bandas, gente o cuenta de Instagram que tiene millones de seguidores hace una gira por el Conurbano y la gente lo va a ver? No es real. A nosotros nos pasa que lo que vemos ahí lo tomamos con muchas pinzas. Es eso, no es la realidad. es una parte. Es algo que es muy fácil de maquillar y hacer que parezca que es por ahí. Pero después la gente que va y se toma su tiempo para escucharnos es más real.
¡Tuvieron más quilombos con el tema dedicado a Victoria Villarruel?
Todos: No tuvimos ningún quilombo.
Es verdad, no sería quilombo sino repercusión. Porque vieron que está más complicada la cosa que antes.
Gabriel: No, más que algún tuit muy de vez en cuando. O recordando lo de la bandera del Lollapalooza. Pero muy de vez en cuando. Y no sale de Twitter.
Santiago: Siento que cuando va pasando el tiempo, por ejemplo en su momento lo de la bandera en el Lollapalooza fue polémico por alguna razón, el tiempo también te va dando la razón un poco.
Supongo que por cómo trabajan, cada palabra que aparece en sus canciones, ustedes están de acuerdo. ¿No?
Gabriel: Sí, si no, no creo que funcione publicar la canción o tocarla en vivo.
¿Y se sienten bien en ese sentido de salir a decir algo que saben que puede generar un quilombo mayor a algo de Twitter o una polémica «rockera»?
Gabriel: Sí, yo creo que más que el miedo a que haya una repercusión negativa, es la necesidad de decir algo.
Santiago: ¿Pero cuando decís miedo a qué te referís?
Hay mucha gente que está tratando de no decir nada porque los libertarios están muy jodidos.
Santiago: Bueno, pero no les podés regalar eso.
Ricky: ¿Pero son jodidos en qué? ¿En las redes?
Pero justamente el límite ya se está corriendo. Hay gente que dice cosas en la calle. Se arma una patota que primero es digital.
Ricky: Sí, se va armando medio bola de nieve y va tomando cada vez más poder, por así decirlo. Pero bueno, también estamos dispuestos a poner el pecho en la vida real.
Santiago: Sería como muy (piensa) triste, peligroso para nosotros, no decir algo por miedo, ¿no?
¿Pero no creen que es un signo de esta época que se está viendo?
Santiago: ¿No hablar por miedo? Sí, puede ser. Pero yo siento que mucha gente no habla por miedo justamente a eso: a repercusiones digitales.
Pero ahora salió una medida ambigua que hasta te puede mandar en cana si decís algo en redes. Hay un avance. Vos decís que lo digital es sólo una parte de la realidad, pero se están tomando lugares.
Santiago. Sí, puede ser. Yo me mantengo en lo que te decía antes. Depende mucho qué tanto quieras respetar lo que se dice ahí adentro, que si bien puede ser que esté saliendo, no te vas a ir para atrás. No me parece muy loable ir para atrás.
Publicado en Rock Salta. Julio 2025
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