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En 1977, mientras la dictadura de Videla, Massera y Agosti hundía al país en los años más oscuros de su historia y el aparato represor combatía a todas las expresiones que atentaban contra la “moral occidental y cristiana”, Charly García editaba uno de los discos más politizados de su carrera.
Acostumbrado a camuflar sus letras desde la época de Sui Géneris, García grabó Películas, el segundo álbum de La Máquina de Hacer Pájaros. En él, las letras reflejaban claramente la época, mostrando una Buenos Aires siniestra y atemorizante (“Esto no es un juego, loco, estamos atrapados”), que perseguía a sus habitantes desde todos sus frentes (“Déjenme en paz, no quiero más, no hay esperanzas en la ciudad”) y que invitaba a manejarse con cuidado y sin ser notado (“La paranoia es quizás nuestro peor enemigo”, “¿Qué se puede hacer, salvo ver películas?”).
Charly también dejaba la puerta abierta para la esperanza de un futuro mejor, quizás influenciado por el “mañana es mejor” de Spinetta (“No te dejes desanimar, no te dejes matar. Quedan tantas mañanas por andar”).
La presentación de ese disco fue en junio, en un Luna Park repleto que presenció una de las últimas actuaciones importantes del grupo, que completaban Gustavo Bazterrica (guitarra), Oscar Moro (batería), Carlos Cutaia (teclados) y José Luis Fernández (bajo).
El afiche de promoción de ese show, publicado en el número 86 de la mítica revista Pelo, en mayo de ese año; muestra al grupo casi absorto en esa postura de inacción e impotencia: aparecían quietos, agazapados, mientras eran vigilados de cerca.
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