miércoles, 9 de enero de 2019

Mira cómo suena

(Foto: Facebook Los Besos)

Los discos urbanos de Spinetta arrancan de la misma manera. Machi Rufino abre el juego en El jardín de los presentes (1976) con un bajo descendente que se mantiene hasta que entra toda la banda. Es apenas un segundo que parece durar más. En Bajo Belgrano (1983), César Franov hace algo similar, con mayor sutileza y menor volumen, dentro de una mezcla menos atractiva. En los dos está Pomo en batería: en Jade suena más apagado y en Invisible desborda, mucho más luminoso y protagonista.

A los dos segundos de la “Canción de Bajo Belgrano” Spinetta canta “La mañana / Lanzallamas”. El Flaco convierte la segunda “a” en una “o” y la estira como hacen Franov y Machi con sus bajos. Después sigue por la ruta jazzpopera, envarillado en pronunciaciones de versos (“caleidoscopio de ciudad”, “organillero distinto”) que sirven de guía perfecta para las parodias al estilo Luis Almirante Brown. 35 años después, Paula Trama toma esa segunda “a” deformada y la vuelve a estirar durante los casi 27 minutos que dura Copia viva, uno de los mejores discos del rock argentino 2018.

                                     

Copia viva es el cuarto trabajo de Los Besos, o el quinto, depende si se consulta la cuenta de Bandcamp o la de Spotify. Junto al excelente Helados verdes (2017), es el segundo álbum de la banda que realmente parece un disco y no un rejunte de temas. Un Disco de Los Besos, de 2016, está a medio camino. Algunas de las diez canciones de Copia viva tienen varios años y distintas versiones previas que ya habían sido publicadas en la etapa inicial del grupo y en otros proyectos de la cantante. Todas fueron compuestas por Trama (salvo “La cascada de tu pelo enredado” y “Albañil”, en colaboración con Francisco Garamona e Inés Copertino respectivamente).

Desde la edición de AAAAAAAAAAA, el compilado de demos en solitario de 2010, hasta Copia Viva, Paula Trama encontró una voz y pasó de un indie low fi desprolijo, entre ingenuo y escapista, medio inevitable, como si sólo pudiera llegar hasta ahí, a un pop de guitarras, sintetizadores y vientos que desprende un discurso que dialoga con el lugar al que pertenece. En el medio trazó un camino hasta lograr la estética actual. El comienzo de la batería de la primera versión de “Destino”, del EP 2 de Los Besos, de 2012, suena con una crudeza que parece un copypaste de alguna canción de Incesticide, el disco de rarezas de Nirvana (donde, detalle no menor en este contexto, Kurt Cobain se burlaba de los “macho boys” argentinos). Entre aquella portada con cuatro esquiadores coloridos y un título que podría verse como once montañas, once letras A o las puntas de once lápices, y esta tapa de Copia viva, negra, con notas musicales, tachaduras y correcciones, se percibe la búsqueda y el hallazgo de una personalidad. Poesía y sonido pulidos para definir el proyecto. Mientras la primera prometía simplemente otro disco más de indie, la última anticipa un compromiso.

La búsqueda se confirma al recorrer las distintas versiones de las canciones de Copia viva y Helados verdes que están diseminadas en diferentes proyectos: Trama solista, el dúo Susi Pireli (Trama-Copertino) y los primeros EP de Los Besos, que en los 80 y 90 hubiesen aparecido en casete o CD y se hubieran perdido en el mar de los pasos iniciales y experimentos truncos donde conviven los Demos RCA (Patricio Rey), Cartuchera Porno (IKV), Corpiños en la madrugada (Sumo) y Novela (Fito Páez). Hoy todo está al alcance y permite un seguimiento más preciso de la evolución de un artista. Se desprende una discusión: ¿Sirve publicar todo? ¿Hay que freezar algunas canciones o escritos para seguir laburándolos en la intimidad hasta que uno diga “ya está”? ¿Qué hubiese pasado si Fito, en 1988, publicaba el demo de “As de póker” en un hipotético Bandcamp o YouTube? ¿Se hubiera aferrado a esa composición ya “oficial” y por ende conocida y no la hubiese transformado en “Circo Beat”? ¿Es acaso la publicación una forma de tallar en piedra una obra, o ya no es algo tan solemne?

También me gustaría preguntar si ”Brujas Salem”, de aquel disco inédito de Páez, resume toda la carrera de Lisandro Aristimuño, pero quedará para otro momento. Prefiero pensar que una de las ventajas de estos años es que se puede analizar cuándo y cómo se definen algunas canciones que con el tiempo se vuelven emblemáticas. Como “Helados verdes”, que rebotó de proyecto en proyecto en diferentes versiones hasta que encontró el sonido y la interpretación vocal justa para su letra nostálgica. En la versión 2015, publicada en el disquito solista Canciones Sueltas, Trama canta de manera muy similar a como lo hace en la actualidad, un cambio que no resultó menor para Los Besos. Es una voz más lírica, parecida a la de Spinetta en el verso inicial de Bajo Belgrano, y (en una relación insostenible, lo sé) hasta remite al Gustavo Cordera pre Santaolalla.

Pero ésa "Helados verdes" amaga todo el tiempo y no termina de explotar. Está tocada a tientas, como insegura. La estructura ya es la definitiva y la letra es casi la misma (al final, Trama canta “ésta estación” en lugar de “la estación” y le quita un poco de fuerza poética). La versión del dúo Susi Pireli, de 2016, es más pop, sin la trompeta de Victor Rallis, otro dato importante, porque probablemente Los Besos sea una de las bandas actuales que mejor utiliza los vientos, algo que deben envidiar los grupos que remiten al rock de estadios de los 90, que abusan del recurso de un modo casi burdo (aunque sospecho que no se dan cuenta). Una influencia mal procesada, una “copia muerta” de algo ya escuchado. Otra diferencia en la grieta entre el indie y el rock barrial, que desde Cromañón viene en caída libre sin una sola banda que lo reinvente un poco, con excepción de Intoxicados, y para colmo hoy tiene a La Beriso como emblema, con Rolo, su cantante macrista camuflado en los lugares comunes más superficiales del rock que triunfó en el menemismo, un indigno sucesor de una rama que nació con Manal y Vox Dei y parió a bandas como Pappo’s Blues y La Renga. La tibieza de Rolo, el miedo para bancar el verdadero y obvio pensamiento que circula debajo de la gorra que siempre lleva puesta, lo coloca en un lugar inédito: el del rockero argentino que más se parece a Luis Brandoni.

                    

Otra canción destacada que ya tenía versión previa es “Amazonas”, que resume los alcances del feminismo. Parece un tema compuesto en 2018, pero es, por lo menos, de 2015, cuando apareció en Canciones Sueltas: “Genias de la tempestad / Todo listo entonces ¿cuándo llegan? / a lo lejos veo algo / Amazonas / contra el viento // Y acá están / aerosoles en las manos / sientan bien / este fuego y remolinos //  Hoy acá / montadas en más que humano / subanmé que / lanzando embrujos verán / quemando cruces veré”.

Los aerosoles en las manos, la protesta contra la injerencia de la Iglesia Católica en las decisiones personales, las “brujas” que llegan y copan la parada y otras imágenes que se desprenden de la letra de “Amazonas” son frecuentes desde hace rato en cada Encuentro Nacional de Mujeres. Desde que empezaron las marchas del Ni Una Menos también se ven en cada ciudad del país en distintos momentos del año. En 2018 las marchas para exigir aborto legal, seguro y gratuito potenciaron esas manifestaciones. La canción terminó de encajar gracias al contexto y por eso logra su versión definitiva en Copia viva. La preciosa “El dron”, que abre el disco, también remite a lo mismo: “Voy envuelta en tejidos baratos / Entre cientas de rambos vedettes / Es global este fuego que ves”.

                   

Es una forma caprichosa, pero se puede relacionar a Spinetta Jade con Los Besos aunque Paula Trama casi no mencione a músicos argentinos emblemáticos en las entrevistas y hasta haya cantado que sólo tenía “dos casetes de bandas en inglés”. También se puede ubicar a Copia viva en la línea del rock argentino que no se pone panfletario para decir las cosas. La crisis económica del gobierno alfonsinista se percibe en los bares tristes y en los tomates podridos que Luca Prodan describe en “Mañana en el Abasto” sin mencionar la suba del dólar. “Amazonas” musicaliza el presente de manera mucho más sutil y poética que otros intentos cercanos, como “A la luz” de Barbi Recanati (“estos tiempos son los nuestros”, “se va a caer, se va a caer”). El indie, que al principio parecía haber nacido en una realidad paralela, se acerca cada vez más a la etapa canonizada: Los Espíritus y su relectura de Los Piojos, Francisca y Les Exploradores arrodillándose frente a Fito en el Gran Rex. Ale Schuster seduciendo desde un dramatismo vocal propio del Palo Pandolfo modelo 87.

El “hit” de Copia viva probablemente sea “La cascada de tu pelo enredado”, pero “Destino”, con su frustración LGBT (“no hay chance, te gustan los hombres”) se impone. También la bella “Telón”, que encima tiene influencia peronista. En las tres están los coros de Rallis, que a esta altura toma una importancia determinante. Su participación es otra pilar en Los Besos, algo que en vivo se mantiene acorde a las expectativas y pone a la banda en el pelotón de grupos actuales que la rompen desde las voces, como Pels y El Estrellero. La mezcla perfecta de poesía, coros, guitarras, vientos, teclados (el de “Copia viva” es hasta medio cumbiero) y una voz que adquirió muchísima profundidad hacen que uno se pregunte cómo mierda puede ser que este disco sólo tenga 8 mil reproducciones en YouTube.

losbesos.bandcamp.com
paulatrama.bandcamp.com
susipireli.bandcamp.com

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