domingo, 3 de abril de 2022

Ninguna línea recta, ningún camino fácil

(Foto: Ari Bocco - Prensa Fantasmagoria)


Si el disco Ahora/Después se convirtiera en una serie de Netflix, contaría la historia de cuatro músicos que intentan advertir a la sociedad de una catástrofe inminente provocada por la uniformidad colectiva. Doce capítulos cambiantes, ciclotímicos, con partes dulces y otras densas, que pintarían un mundo sometido y caprichoso que se encamina hacia un abismo de pantallas y sonidos iguales entre sí. No sería una distopía porque se trata de nuestro mundo, el actual, el que vemos a través de las redes o en las pocas veces que nos asomamos a las calles. La escena que cerraría el trailer sería una toma aérea de una clásica ruta repleta de autos que intentan escapar mientras, al lado, en el carril opuesto, los protagonistas avanzan en sentido contrario por un camino solitario, con las guitarras colgando. Los productores tendrían que negociar con alguna discográfica para conseguir que la banda de sonido incluya “El salmón”, de Andrés Calamaro. Claro que tendría que ser una versión nueva de aquel inolvidable clásico. Una que dijera algo así como “siempre seguí la misma dirección/ la difícil, la que usa Fantasmagoria”.

Ahora/Después es el nuevo disco de estudio de Fantasmagoria, el grupo que el cantante y guitarrista Gori lidera desde hace más de veinte años. Es un eslabón más en un recorrido personal y original que la banda realiza dentro de la escena del rock argentino. A pesar del tiempo, de las canciones y las modas de las que se escapa, el proyecto mantiene al menos tres características que lo vuelven inconfundible: las guitarras acústicas que encabezan un sonido que no necesita de violas eléctricas para ser absolutamente rockero; las voces y armonías que dan un cariz pop irresistible a temas que van del punk al rock clásico y a la psicodelia; y una libertad asumida e irrenunciable que se percibe desde lo estético y lo conceptual.

“Nosotros somos una banda re chica, independiente, que siempre hicimos lo que quisimos en el momento en que quisimos”, dice Gori, desde su casa de Núñez, donde graba los demos que después les muestra a sus compañeros Agustin Rocino (batería), Mariano Acosta (teclados y voces) y Nikky Molyna (bajo). Con 48 años, Gori todavía mantiene un aspecto juvenil que lo caracteriza tanto como el sonido del grupo. Su look entre glam y stone setentoso, junto con esa melena medio rolinga y medio animé que lo corona, lo vuelven un personaje más de la serie que podría protagonizar Fantasmagoria de la mano de su nuevo disco. “Lo sacamos en diciembre. Todos me decían ‘no, pero sacalo en enero, en marzo, así queda como del 2022’. Pero no aguantaba más, lo quería sacar ya. Entonces lo sacamos en diciembre. Medio que no nos interesa mucho la movida de ‘a ver, ¿qué es lo que más nos conviene hacer estratégicamente para encajar en la industria musical?’. En realidad, no nos interesa encajar en la industria musical”, explica.

Fantasmagoria rechaza las modas desde el 2000, cuando Gori creó la banda e intentó alejarse del sonido nu metal de la época, cargado de artificios en estudio. Quiso sonar más natural y encontró, de casualidad, el recurso necesario cuando tuvo que tocar con una guitarra acústica a falta de una eléctrica. El otro rasgo característico, las armonías, proviene de mucho antes, de la infancia de Gori y su hermano Gustavo. De encuentros familiares en los que se cantaba folclore de Santiago del Estero y Paraguay. A los dos les llamaba la atención que en varias canciones hubiera voces que hacían la misma letra pero en tonos diferentes. Poco después, los hermanos adaptaban cualquier tema de esa manera, como un juego. Cuando Gori empezó con Fantasmagoria tras abandonar Fun People, Gustavo lo acompañaba con el bajo. A la hora de cantar, el recurso apareció de manera casi obvia.

En 2001, la banda publicó un disco breve y homónimo, de seis canciones, que tenía “Gori llamando a Río”, un hit de culto frenético, tenso, que explotaba en un estribillo que hablaba de quemaduras de primer grado. Desde entonces, Gori le dio diversidad a la banda. Fantasmagoria puede tener matices punks, influencias de Syd Barrett y melodías que no se convierten en hits masivos porque el mundo a veces no está a la altura de lo que se le ofrece.

Con Ahora/Después, Fantasmagoria no se volverá masivo. El disco no tiene mucha amabilidad sonora ni posibles éxitos como “Las cosas de verdad”, una perla de El mago Mándrax, de 2015. La banda se embarca en un viaje conceptual sobre la necesidad de ser libre y pensar por uno mismo. “Masterplan”, la primera canción, ya da cuenta de eso. Gori podría estar hablando en contra de la cuarentena que nos encerró, de “el sistema” o contra el conformismo y la comodidad, habituales enemigos del rockero. “Los colores” pide no quedarse quieto, no perseguir lo actual porque sí. “Algo impersonal, todos con el manual van llegando con el mismo chip”, canta Gori, que celebra “algo original sin mirar a los demás”. La banda busca la diversidad, perderse por caminos inesperados que aparecen sin que nos demos cuenta, como lo que le ocurre al protagonista de “Brian no lo sabe pero es una riot grrrl”.

El título, explica Gori, tiene varias lecturas. “Es una frase. Esto de ‘sí, ahora después lo hago’. Es surrealista porque ¿ahora o después? Es medio psicodélica la frase, me gustaba. Y después, porque nos gusta la música y estamos acostumbrados a los vinilos, a los discos del siglo pasado”, sigue, de ahí el aire conceptual del álbum, cargado de detalles de la cultura rock cotidiana. “Pero no es una mirada nostálgica ni retro. Es 'ahora y después', no es 'antes'. Otra mirada que le encuentro es causa y efecto”, dice.

“Volviendo a lo que me dicen, una vez estábamos con un sello que quería que meta ‘alguna palabra en mexicano’ (risas). Otra vez estábamos por firmar un contrato que decía que los integrantes no podían modificar sus peinados, ni usar lentes de contacto ni sombreros. Obviamente no lo firmamos”, cuenta Gori, que y remarca que le parece ridículo cuando las bandas intentan “actualizarse”: “A mí me gusta el primer disco de Beastie Boys pero me parece que no voy a meter un rap en un tema de Fantasmagoria. No sé si tendría mucho que ver. Capaz que lo meto, pero ahora no lo metería ni en pedo porque como está de moda no lo haría. Somos como bastante ariscos a hacer lo que nos sugeriría la tendencia. Hacemos exactamente lo contrario, vamos al lugar donde no hay nadie, donde no hay nada. ¿Cuál es el color que no se usa hace mil años? El violeta. Bueno, usemos el violeta”. 

Publicado en Radar

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