miércoles, 4 de mayo de 2022

Fito Páez en siete movimientos

(Foto: Nora Lezano)

Uno. Margarita Zulema J. Ávalos de Páez muere el 24 de noviembre de 1963 en Rosario. Tan joven que la llora casi toda su familia. Su esposo, Rodolfo; sus padres, Aurelio y Margarita; su suegra, Belia; sus hermanos, Leonor, Norma, Zulema y Aurelio Antonio. También tíos, sobrinos, primos y un hijo, el único que tuvo: Rodolfito Páez, nacido el 13 de marzo de ese año.

La muerte de Margarita se transforma en una carga invisible y en una búsqueda personal que Fito Páez refleja a lo largo de toda su obra. En la película Vidas Privadas, que escribe junto a Alan Pauls y dirige en 2001, Carmen, interpretada por Cecilia Roth, contrata a Gustavo (Gael García Bernal) para que se acueste con otra mujer. También para que lea en voz alta algunos textos eróticos, incluido uno de James Joyce. Carmen no se deja ver mucho, sólo escucha a través de una pared. Es su fetiche personal, su manera de estimularse. A medida que el film avanza, la distancia entre Carmen y Gustavo se esfuma. Hay un problema: Gustavo es el hijo que Carmen había tenido en un centro clandestino de detención durante la dictadura. 

Carmen se suicida después de tener sexo con Gustavo. Se corta las venas en el baño. Su hijo/amante la encuentra sumergida en una bañera repleta de agua teñida de rojo. "Hay agua alrededor de la luna, parece que va a llover", dice el personaje de Lito Cruz, el apropiador de Gustavo, unos minutos después. “Viste que la luna es la madre”, le dice Fito a la revista Rolling Stone en 2012.

En “La puta diabla”, el libro que Fito escribe en 2013, Félix Ure, el protagonista, convive con fantasmas parecidos. 

“Félix había vivido toda su vida dialogando con Margarita, su madre muerta”, dice la novela. “No dejó que nunca entrara nadie allí. Era su cueva, su refugio del mundo exterior. Su espacio de dolor y lucidez. El campo de conciencia de la muerte. El lugar del cual no podía escapar. El vientre de su madre muerta que le recordaba de dónde venía y lo que había perdido. Y todos los vínculos de su vida estaban dispuestos en perspectiva a un monstruoso edificio que él había construido con minuciosa dedicación, y cuya existencia no lo dejaba respirar pero a la vez le daba oxígeno. Cuando se enamoraba de una mujer, ‘Margarita se había encargado de expulsarla’, -contaba a sus más íntimos. Y siempre volvía a ella, a la tumba desde donde, él interpretaba, su madre lo reclamaba”, sigue el texto. Incluso el nombre del personaje de la novela forma parte de la vida real de Fito: Félix Ure es uno de los seudónimos con los que registra sus canciones en Sadaic. 

“¿Quién le puso el cáncer a mi madre? El hombre que amó y no la quiso, Rosario, la naturaleza, un error médico. Su madre, su profesor de piano, la mediocridad”, canta Fito en “El dolor”, una de las canciones que forma parte de El sacrificio (2013), un compilado de temas descartados. Difícil que “el hombre que amó y no la quiso” a Margarita sea Rodolfo Páez. Se dice que el papá de Fito amaba tanto a su mujer que después de su muerte no quiso saber nada con volver a formar pareja. 

Dos. "Profundo sentimiento de pesar y consternación ha provocado en las calificadas esferas en que actuara, el deceso del señor Rodolfo Páez, acaecido en Rosario el lunes último a los 53 años de edad, tras el proceso de una prolongada enfermedad", informa el diario La Capital el jueves 26 de diciembre de 1985. Por esos días Fito escribe algo con menos formalidad y mayor sentimiento: "Me dejó unos discos en el placard, un reloj de plata y un samurai. Todo detallado en un expediente. Y allí va, parte del aire. Y allí va en libertad". Los versos son de una canción que forma parte de La la la, el disco doble que Fito graba con Luis Alberto Spinetta en 1986. Fito vuelve a recordar a su papá en varios temas posteriores, como “Mariposa tecknicolor”, de Circo Beat (1994), un disco que es a Fito como el simple “Strawberry Fields Forever”/”Penny Lane” es a Lennon y a McCartney. La infancia, la vida simple que ya no tiene, vista desde el estrellato absoluto. Fito no puede salir a la calle después de su éxito con El amor después del amor. Anda perseguido. Uno de esos días, un amigo de la adolescencia lo encuentra en un aeropuerto y lo saluda con mucha efusividad. Fito lo para en seco: “No grités, que me juna todo el mundo”. La única manera de volver a recorrer las calles es a través de los recuerdos. Para Fito, la memoria es Piluso en la televisión, la escuela y los cines rosarinos a los que iba de la mano de su padre. 

Casi veinte años después de Circo Beat, Fito sale de gira y saca un disco, Dreaming Rosario, a beneficio de los damnificados por la explosión en un edificio de la calle Salta. Nunca se olvida de su ciudad. 

Tres. Fito cruza la calle Balcarce e ingresa al conservatorio que está exactamente al frente de su casa. El “Viejo” Scarafía, que también le había enseñado piano a Margarita, se da cuenta de que su alumno no sabe leer la partitura y que intenta zafar tocando de oído. Lo echa para siempre. Fito cruza la calle de nuevo y se pone a tocar el piano que antes había tocado su madre y que aún antes había tocado su abuela. El mismo que se representa en el trailer de la serie de Netflix que va a contar su vida. Lo suyo no es lo académico sino un aprendizaje desordenado que se acumula con el correr de los años. Prueba y error constante. 

No mucho después, Fito va al Teatro Astengo a ver a La Máquina de Hacer Pájaros. Decide que va a ser músico de rock después de quedar asombrado ante una banda inolvidable y, especialmente, ante un Charly García en estado de gracia que toca los teclados con los pies mientras sostiene una rosa con los dientes. Comienza una carrera que primero se va a basar en la fuerte influencia de las bandas de Charly. Staff, el grupo que Fito encabeza a fines de los 70, es el proyecto más importante de su etapa amateur. Algunas de las canciones se encuentran fácil en YouTube. Allí están “Buen Señor”, con su intro solemne y letra melancólica. También “Tu amor voló”, barroca, con reminiscencias a “Desarma y sangra” y una letra recargada y un poco artificial. Fito, con demasiada infancia en la cara, canta sobre sueños que terminan antes de empezar. “Candombicho” es de las mejores que se pueden escuchar. Está en algún lugar entre “Hipercandome” y “La grasa de las capitales”. Fito logra sacar la voz y muestra algunas de las futuras características de un estilo que todavía está en plena construcción. 

Staff toca bastante durante 1980. El grupo actúa en el Teatro La Comedia, en las salas Lavardén y De la Cooperación. Es una banda under con aspiraciones que gana el Festival de Música Progresiva, un evento que tiene como sonidista a Juan Carlos Baglietto. El premio es una grabación en un estudio local pero, si es que existen, esas cintas por ahora no circulan. Otra grabación perdida que Fito realiza por aquellos años se hace en un estudio llamado Sonus, ubicado en un subsuelo al frente de la plaza San Martín, a dos cuadras de su casa rosarina. Cuando llegan, él y sus compañeros se topan con los músicos de Síntesis, histórico trío de rock progresivo liderado por Jorge Migoya, que los ven muy verdes y los gastan bastante. A fines de 1980, la revista Rocksario elige a los mejores exponentes de la escena local. El mejor tecladista es Fito.

Cuatro. Es el invierno de 1981. Fito entra a la disquería Master, donde suele juntarse con sus amigos rosarinos. Está alucinado. “La puta madre, Juan toca en Obras”, dice. Está contento porque él también va a tocar, es el tecladista. La invitación se acerca bastante a una profecía que Fito le había soltado a su padre en alguna jornada de insolencia adolescente: “Yo voy a tocar en Obras antes de los 18 años”. Fito se mueve por Rosario segurísimo de lo que quiere. Reta a sus compañeros de banda cuando ve que hacen algo que no tiene que ver con la música. “¿Qué hacés con esos dibujos?”, le pregunta a Sergio Sainz un día, cuando ve al bajista volviendo de una de sus clases de Arquitectura. 

En ese momento, Juan Carlos Baglietto es un artista que se gana la vida como puede. Tocando a la gorra en la peatonal Córdoba, haciendo sonido o animando fiestas infantiles disfrazado de payaso. Cuando se presenta con su banda en bares o teatros no junta mucho más de cien personas. Su aparición en el Festival Anti Sinatra, en agosto de 1981, en el estadio Obras Sanitarias de Buenos Aires, le cambia la vida. A fines de ese año graba Tiempos difíciles, su disco debut, que tiene varias canciones de Fito, que no sólo trabaja como tecladista o como uno de los compositores principales, sino que es el joven arquitecto del sonido del grupo. 

Un día antes de la mezcla del disco, músicos y técnicos le hacen una broma a Fito. Le dicen que los menores de edad no pueden ingresar al control. Fito se desespera y pasa la noche trabajando en una guía que lo reemplace. Tiene todo en la cabeza, tema por tema: “El CP70 tapa la cuerda, bajalo”, “Subí el Oberheim”, “Bajá las voces de Silvina”, “Meté el bajo”, “Sacá la percusión”. A la mañana siguiente llega al estudio con todas las indicaciones anotadas. Sus compañeros no aflojan. “Los tipos hicieron todo el show. Les dejé el papel y me quedé esperando ahí hasta que pasó media hora, 45 minutos. Les dio un poco de pena y me dijeron 'entrá, pelotudo, que tenés que mezclar el álbum'”, le dice Fito a Jorge Guinzburg en 2006.

Su intensidad para trabajar se mantiene a lo largo de las décadas. A mediados de los 2000, Joaquín Sabina habla con el periodista Javier Menéndez Flores durante cinco noches. El resultado es un libro de 400 páginas titulado "Sabina en carne viva". Uno de los capítulos está dedicado a "un músico argentino exmarido de Cecilia Roth". Sabina dice que Fito "es capaz de escribir una canción a las ocho de la mañana y a las doce de la noche tenerla grabada y mezclada con una orquesta sinfónica". El español recuerda la pésima experiencia que mantuvo durante el proceso del disco Enemigos íntimos, de 1998. La grabación es un choque de estilos que agota a todos los participantes. El coproductor Carlos Narea termina las jornadas con ojeras gigantescas, cansado de tanta tensión y cambios repentinos. “Esto tiene que ser así”, dice Fito en el estudio. Al día siguiente Sabina cambia todo. “No, no, no, el gallego está loco, pero qué hijo de puta”, dice Fito cuando regresa. 

Cinco. Fito aporta “Puñal tras puñal” para el primer disco de Baglietto. La letra es un poco exagerada, muy del Fito adolescente. Desde ese punto de vista, tiene más que ver con las canciones de Staff. Está dedicada a Silvia, una novia de esos años que se había mudado a otra ciudad. Lo cuenta Horacio Vargas en su libro “La vida después de la vida”. 

“Puñal...” es, quizás, el primer tema de Fito inspirado en una ruptura amorosa. En esa categoría se destaca “Fue amor”, el himno de la relación fallida pero importante. También están “Volver a mí”, decepcionada, con enojo y algo de autoayuda; “Rock and Roll Revolution”, peor aún, rencorosa, con tristeza y orgullo herido; y también, claro, “La despedida”, hermosa balada tanguera y melancólica al piano.

Siempre encuentra inspiración para decir lo que siente, pero a mediados de los 90 Fito se da cuenta de que ya no tiene nada para dar. No tiene más ideas. Terminó la etapa de Circo Beat y Fito no tiene nuevas canciones. Piensa que es el fin, se lo cuenta a Gastón Pauls en una entrevista. En realidad es otro nuevo comienzo. Se acaba una etapa, la más celebrada, cuya esencia queda guardada en ciertos detalles que desaparecen de allí en más, como los coritos “uhhh” de los finales de “Lejos en Berlín”, “Polaroid de locura ordinaria” y “Tema de Piluso”, un rasgo que no aparece más y que podría sintetizar al Fito más hitero y despreocupado, el que sabía que para crear no hace falta dinero. Empieza otra etapa: la del Fito Páez que llega hasta nuestros días, que toma impulso a partir de Euforia, con “Cadáver exquisito” quizás como el punto máximo de toda su carrera, el disco con Sabina, la gira con Miguel Ángel Estrella, el pelo corto, la barba y una manera diferente de cantar y de posicionarse en el mundo. Eso es Abre, “Al lado del camino”: “Yo puse las canciones en tu walkman, el tiempo a mí me puso en otro lado”. También “La casa desaparecida”, un larguísimo tema que intenta contar la Argentina. Como en una amplificación de sus poderes narrativos establecidos en Del 63, Fito en Abre se siente con la capacidad de resumir casi 200 años de historia nacional en lugar de los humildes casi veinte años de historia de su vida rosarina.

Seis. “En otro orden de cosas: se rectifica el anuncio aparecido en el Nro. pasado acerca de la separación de Tubular. Tubular no se separa. Sus integrantes están en un receso, elaborando material y atendiendo algunas obligaciones (viajes, colimbas...), con miras a presentarse el año que viene. Mil disculpas", escribe Fito en 1979. Con 16 años, es el corresponsal rosarino de la revista Expreso Imaginario. Cierra su informe de bandas locales para el número de septiembre enviando "muchos saludos a toda la gente de Rosario y ¡vamos todavía!". 

Con el correr de los años Fito sigue colaborando en los medios, ya consultado como un músico, una estrella y un referente. Pero no pide más disculpas. El martes 12 de julio de 2011 escribe la contratapa del diario Página 12, dos días después de las elecciones que le habían otorgado la reelección a Mauricio Macri como Jefe de Gobierno con más del 47 por ciento de los votos. 

"Nunca Buenos Aires estuvo menos misteriosa que hoy. Nunca estuvo más lejos de ser esa ciudad deseada por todos. Hoy hecha un estropajo, convertida en una feria de globos que vende libros igual que hamburguesas, la mitad de sus habitantes vuelve a celebrar su fiesta de pequeñas conveniencias. A la mitad de los porteños le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa. A la mitad de los porteños le encanta aparentar más que ser. No porque no puedan. Es que no quieren ser. Y lo que esa mitad está siendo o en lo que se está transformando, cada vez con más vehemencia desde hace unas décadas, repugna. Hablo por la aplastante mayoría macrista que se impuso con el límpido voto republicano, que hoy probablemente se esconda bajo algún disfraz progresista, como lo hicieron los que 'no votaron a Menem la segunda vez', por la vergüenza que implica saberse mezquinos", dice Fito en el primer párrafo de esa nota titulada "La mitad". En el tercer párrafo está la frase que va a trascender como muchos de los versos de sus canciones más celebradas: "Da asco la mitad de Buenos Aires. Hace tiempo que lo vengo sintiendo".

No es la primera vez que Fito se gana enemigos. A fines de 2000 aparece el video de “El diablo de tu corazón”, el primer corte del disco Rey Sol. El clip muestra a una Buenos Aires de fin de siglo violenta, plagada de conflictos entre sus habitantes. Todo se resuelve cuando los ciudadanos cambiaban golpes por besos. 

“Usted tiene derecho a juzgar si esto es arte, si es pornografía, si le gusta o si no le gusta", dice Jorge Rial, el conductor de Intrusos, en enero de 2001. El clip rota mucho en una versión reducida a través de los noticieros. "El video que no va a ver el hijo de Fito Páez", pincha Luis Ventura, uno de los columnistas del programa. "Y quiero confesar, no sé si tampoco lo verían Morena y Rocío", agrega Rial, en referencia a sus hijas. 

Intrusos pasa completo el clip dirigido por Edi Flehner e ideado por Agulla & Baccetti. El plano de Rial de espaldas, mirando el video justo cuando dos colegialas comienzan a besarse y Fito canta "la puta madre que los re mil parió, ¿por qué nos cuesta tanto el amor?", es un resumen de la seriedad impostada de una televisión hipócrita que siempre trabaja para sí misma. Al final, cuando Fito se pone de pie a pesar de los golpes recibidos, Rial se da vuelta, mira a cámara y dice que lo mejor es ver el video completo y que cada espectador decida si le gusta o no. "Yo en mi casa decido que no se ve", concluye Ventura.

Siete. Una noche de 1969 Fito, con seis años, va hasta el piano, ubicado contra una de las paredes del comedor de su casa de Rosario, y comienza a tocar notas impulsivas que de alguna manera encajan con el clima siniestro de “El hombre que volvió de la muerte”, el programa de televisión que su familia está mirando en ese momento. Es el primer contacto. Desde entonces, Fito sigue ligado a la música, a los libros y al cine. En 1987 graba junto a Fernando Spiner una película en video de su disco Ciudad de pobres corazones. En 2008 musicaliza la versión restaurada de Metrópolis, de Fritz Lang, junto a Fernando Kabusacki, Fernando Samalea, Mono Fontana y Matías Mango. Es una improvisación en vivo durante la proyección de la película en Costanera Sur. El resultado se puede escuchar en Bandcamp. En 2018 hace la banda de sonido de Camino sinuoso, el policial de Juan Pablo Kolodziej protagonizado por Juana Viale y Arturo Puig. 

Fito también musicaliza sus propios films y cranea proyectos ambiciosos, como Novela, un disco/película que nunca realiza. Algunas de sus canciones están en otros trabajos, como "As de póker", transformada en "Circo Beat"; y "Novela", que se vuelve "Nada es para siempre", uno de los máximos hits de Fabiana Cantilo.

En 2022 aparece Futurología Arlt, un disco doble prácticamente instrumental. Una banda de sonido de “Los siete locos”, la novela de Roberto Arlt, el escritor que en este trabajo aparece en una foto pequeña, en uno de los extremos superiores de la portada, en un obvio guiño a Spinetta y la tapa de Artaud. Pero este álbum no es el “Arltaud” de Fito. Ese es El amor después del amor. O Giros. Quizás Tercer mundo o Circo Beat. No se sabe con certeza porque Fito tiene muchos álbumes emblemáticos que combinan elogio y popularidad. Si la carrera de Fito Páez fuera un gráfico de esos que Alberto Fernández presentaba durante la pandemia, tendría una suba feroz, casi inmediata, que se mantendría durante años. 

Futurología Arlt es otro resumen de obsesiones de Fito. Su carrera se caracteriza por revisarlas y reflexionar en torno a ellas. “Nací en el 63” dice el primer verso del primer tema de su primer disco. Su verdadera inspiración es él mismo. Es un artista complejo y curioso que no puede detenerse. Que siempre piensa proyectos diferentes y diversos y al mismo tiempo es incapaz de variar las listas de temas de sus recitales. 

Futurología Arlt casi no tiene palabras, pero no hacen falta para reconocer a su creador. Debajo del recorrido literario y musical está Fito y su vida. Incluye sus gustos y ambiciones. Es una vuelta al inicio. Ojalá sea otro nuevo comienzo.  

Publicado en La Agenda. 

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