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jueves, 6 de octubre de 2016

Huele a espíritu adolescente

(Dos tapas del Sí de los 90. A la imagen la saqué de acá)

No sé cuáles serán los parámetros para delimitar la adolescencia. ¿Cuándo se empieza a ser adolescente? ¿Al cumplir trece años? ¿Con nuestra primera borrachera? ¿Cuando miramos el culo de alguien por primera vez? Voy a arriesgar una teoría más o menos general: las personas entran en la adolescencia cuando comienzan a sentir vergüenza de sus padres y salen cuando son capaces de sentarse a charlar con ellos sin apuro.

Definir los parámetros de la juventud es más difícil. Ser joven depende de muchos asuntos. Uno es joven a los 15, a los 25, a los 35, incluso a los 45. Y más también. Siempre depende del contexto y de la actitud con la que encaremos la vida. Entonces, podemos decir que la adolescencia es una etapa y la juventud un estado de ánimo.

Creo que puedo señalar cuándo empezó mi adolescencia. Fue en 1995, cuando dejé de leer Billiken y pasé a comprar revistas de rock. La primera que tuve fue una Madhouse que provocó las gastadas de un amigo. Vio la tapa, llena de metaleros, y me dijo que compraba revistas “para putos, con fotos de hombres”. Si soy más específico, puedo decir que durante toda la escuela secundaria sólo leí periodismo de rock. Pero no puedo determinar cuándo dejé de ser adolescente. Tampoco si sigo siendo joven.

Joven era Luca Prodan, que se murió después de vivir 34 años que parecieron 300. Cuando pasó eso, en diciembre del 87, el periodista Damián Damore sintió que todo se derrumbaba. “Con Sumo se me iba toda la adolescencia. Al toque me dejó mi novia, terminé emborrachándome en la fiesta de fin de año del secundario, haciendo un papelón grande, con mis hermanos y mi madre viniendo a rescatarme del verdugueo general. Sin Sumo, me di cuenta, no tenía nada. No me importaba nada”, le dijo a Oscar Jalil en Libertad Divino Tesoro.

Bien, Damore puede decir con exactitud cuándo dejó de ser adolescente. ¿Seguirá, como el Sí de Clarín, joven a pesar de las décadas? El suplemento tiene, apenas, 31 años de existencia, siempre atravesados por la frescura del momento. Es un producto ceratiano. Para el Sí, siempre es hoy. Sin embargo las autoridades del multimedio de Magnetto están a punto de estrellarlo, como hizo la NASA con la sonda Rosetta hace unos días.

Mientras escribo esto tengo a mano una caja repleta de suples Sí de la década del 90. Me alcanza con mirar las tapas y las fotos de algunos de los números para recordarlos por completo. Los leí durante toda la adolescencia de secundaria católica y provinciana. De familia conservadora. De padre que dejó de escuchar a Los Beatles cuando sacaron Sgt. Pepper’s. De ciudad en donde era muy difícil ver rock en vivo. En años -mis años- en los que el rock no era un negocio sino pura educación.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Emoción, compromiso y trabajo


David Fricke luce como un hermano perdido de Roger Waters y Luis Alberto Spinetta. Porta un peinado ramonero grisáceo que se ve más natural que la peluca cabellera de Marky Ramone. Acentuando el parecido con el Flaco, llega al Malba con un look Bandas Eternas: camisa blanca y chaleco negro. Se sienta en un sillón, al lado de Pablo Plotkin, ex director de la edición argentina de Rolling Stone, y un poco más lejos de Claudio Kleiman. Los locales conducen la charla. Se trata de una entrevista abierta con el periodista estadounidense, que con más de cuarenta años de carrera y un roce con artistas como los Rolling Stones, Lou Reed, Pink Floyd, Bob Marley y Nirvana, se convirtió en un referente mundial del periodismo de rock. Abajo, en las butacas, gran parte del mundillo especializado de Buenos Aires está presente. 

miércoles, 30 de octubre de 2013

Haciendo cosas raras para gente normal


El sábado 31 de agosto, Roberto Pettinato salió a caminar por el centro de Salta. O al menos, eso nos hizo creer. Contó parte del recorrido esa misma noche, sobre el escenario del Teatro del Huerto: “Justo pasé por un monasterio de monjas que no salen hace cincuenta años. Les tiré un porro y les dije ‘¡no vale la pena salir!’”, recordó, en medio de Me quiero portar vien, su espectáculo de stand up que lo trajo a la provincia. “Con Sumo no llegamos nunca a Salta, sólo hasta La Rioja”, dijo también, entre las risas del público. Entonces se puso a relatar la historia que protagonizó con Alejandro Sokol, en los ochenta, cuando Sumo recién comenzaba. Años en los que la banda era hija de los caprichos y la guita acumulada transformada en instrumentos de un tano heroinómano que hablaba en inglés e intentaba zafar como sea de la parca. Cuando aún no eran leyenda ni habían editado discos trascendentales. En esas épocas sólo podían acumular experiencias como la de La Rioja, que incluía cactus, ganas de drogarse y frustraciones alucinógenas con forma de pinchazo.

sábado, 19 de octubre de 2013

Horrible autobombo y una pequeña reflexión sobre el periodismo especializado en escenas emergentes


El nuevo número de Rock Salta apareció en las últimas horas. Se trata de la edición 17 de esta revista que intenta hacer periodismo especializado desde una región (Noroeste) en donde las bandas locales no juntan más de cien personas con entradas pagas.

Rock Salta empezó en 2006 como un fotolog que anunciaba fechas de conciertos en la ciudad. En 2007 evolucionó a página web y en 2011 se transformó también en revista, primero mensual, luego bimestral. En el medio, realizó programas de radio en diversas FM salteñas, creó una radio online propia y hasta un piloto de televisión que no prosperó porque el que mucho abarca poco aprieta y cuanto más alto trepa el monito (así es la vida) el culo más se le ve. También es productora de shows (rama que está últimamente en el freezer) y discográfica independiente. En total, el staff de Rock Salta está compuesto por ocho personas a las que se les suman diferentes colaboradores, especialmente para las notas de la revista o la web.

Este número es el primero que en su portada no hace referencia al rock del NOA. La supuesta espalda que la revista le da a los músicos de la región es un discurso que Rock Salta viene soportando desde hace un rato largo. Algunos artistas del rock salteño opinan que al ser una revista hecha desde la capital provincial, Rock Salta debería ser un pasquín propagandista que sólo hable bien de cualquier cosa producida en la tierra de Güemes. En Rock Salta esa idea no prospera. ¿Desde cuándo el periodismo se debe a sus entrevistados o a lo que va a cubrir? ¿Y desde cuándo la única manera de apoyar a una escena emergente es llenándola de elogios injustificados?