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jueves, 10 de abril de 2025

Si una inteligencia artificial transformara la música y las letras de Hermética en una sola imagen, el resultado podría ser un cassette. Un TDK D60 High Output Dynamic Performance con cinta scotch sobre los huecos de las lengüetas arrancadas a puro puntazo de birome. Un cassette de suave transparencia gris asfalto, como el color de las calles que la banda retrató en canciones que resonaban en un público que no convivía con la IA sino que se anestesiaba con VA: el vino artificial en el que no flotaban las burbujas del champagne de aquellos años menemistas de pizza y billetes truchos impresos por Armando Gostanián. Quizás sea simple nostalgia convertida en dogma inútil, pero Hermética no debería escucharse en tiendas de música online. Ni siquiera en CD. Debería reproducirse en esos viejos TDK, BASF o Maxell que hoy quedan muy lindos como adornos de bibliotecas difundidas por Instagram. Podría escucharse en YouTube, algo así como el casete de nuestra era. Pero no tenemos alternativa. El sueño se volvió un consumo y a las canciones se las apropió uno solo. Y ahí es donde todos hacemos clic para escuchar. Ahí, donde también está Ajeno al tiempo, el disco de versiones de Hermética de Ana Patané que se publicó a fines de marzo.

Ana, clase 1982, nunca vio a Hermética en vivo, pero hizo un disco de fan que a la vez es una relectura de la banda. El sonido acústico, tanguero y milonguero, le da un peso mayor a las letras. Las ilumina. La voz clara de Ana, mezcla justa de dicción e intensidad, funciona “como un relampago en la oscuridad”, por citar otro clásico metalero argentino que Ana versionó pero no grabó. Ajeno al tiempo muestra al grupo de Ricardo Iorio como una fuente de “verdades pestilentes” que, a casi treinta años de su separación, sigue vigente en un pasado que se repite dentro de una Argentina cíclica. El piano de Noelia Sinkunas, flamante ganadora de un Gardel en la categoría Álbum de Folklore Alternativo por el magnífico Salve, se impone en “Tu eres su seguridad”. Lo mismo sucede con las guitarras y el guitarrón de Pablo Chihade en “Gil trabajador”. Ambos marcan el comienzo de este disco de nueve canciones que surgieron en pandemia pero que Ana tiene en su interior desde los ‘90, cuando era una adolescente que todas las noches escuchaba Tiempos violentos en la Rock & Pop. “Nos dormíamos escuchando eso”, cuenta la cantante y multiinstrumentista Lucy Patané, hermana de Ana, que trabajó en la producción del álbum y participa como música y cantante invitada. “El metal siempre fue algo muy importante en su escucha. Y yo como hermana menor siempre la seguía”, dice Lucy, tres años más joven que Ana. “Entonces todo lo que escuchaba ella yo lo escuchaba también de rebote. Ana formaba parte del club de fans de A.N.I.M.A.L., escuchaba Hermética, Malón, Almafuerte y un montón de otras bandas”, agrega.

viernes, 20 de febrero de 2015

No tengo nada que ver con tu idea del rock

(Doma, de El Perrodiablo, agita el escenario principal)

En el día uno de Cosquín Rock 2015, el sábado 14 de febrero, El Perrodiablo arranca cerca de las cuatro y media de la tarde en el escenario principal, ante muy pocas personas. Hace un set de media hora que confirma lo que se dice de la banda en el under porteño platense. Doma, su cantante escatológico, mezcla de Iggy Pop con el humorista Campi, hace lo que tiene que hacer: conduce un espectáculo que lo va a depositar por fuera de los límites impuestos por las vallas, agitando entre el público. Los demás músicos arengan, dicen que no importa la cantidad de gente, importa la entrega. Eso es El Perrodiablo: delivery de crudeza irresistible.

Antes habían tocado Los Echeverría y Uneven, las bandas del dueño de Key Biscayne y el ex basquetbolista Fabricio Oberto. Con ellos, Cosquín confirmó que sus primeros momentos de cada año son para grupos de gente con guita, famosos, o amigos de la organización.

A las seis de la tarde, Pez patea a la cabeza. Minimal no dice nada. Tocan cuarenta minutos de profunda intensidad, con pocos momentos introspectivos como “Todo lo que ya fue”, la mejor canción del rock argentino 2014. Franco Salvador dice “gracias” como si estuviera pidiendo disculpas. La banda termina con “Introducción, declaración, adivinanza”, que dice “no tengo nada que ver con tu idea del rock”. Suena justo antes de que empiece el set de La Beriso, el sigue siguiendo del rock chabón, que no aprende más que a las banderas hay que izarlas a la mañana en el colegio, durante la infancia, para dejarlas para siempre en la adolescencia, donde no está la libertad.

martes, 9 de diciembre de 2014

Pedal a fondo, tierra adentro


Viernes, 2 de diciembre de 2011, Estación de Servicio Shell Terminal Salta, 00.20 hs.

Alejandro está a diez cuadras del lugar, llegando en su Chevrolet Vectra color bordó. Trae en el baúl una carpa, una parrilla, dos sillas plegables, dos colchonetas, una conservadora grande con capacidad para 34 litros y la incertidumbre absoluta sobre quiénes serán sus compañeros de viaje hasta Tandil, provincia de Buenos Aires, a casi dos mil kilómetros de distancia.

Es una noche apenas fresca, una muestra gratis del frío del día anterior, cuando el gris se había apoderado de la ciudad, cubriéndola de agua, oscuridad y un viento que no se correspondía con el comienzo del último mes del año. A esta hora, el cielo ya se despejó, dejando que las nubes le den paso a una incipiente luna llena.

Hoy, el Servicio Meteorológico anunció un clima agradable para el fin de semana en Tandil, con temperaturas que no deberían pasar los 25 °C.

Aún quedan muchas horas por transitar antes de que comience el último recital del año del Indio Solari, pero ya es hora de partir. Los miles de kilómetros que separan ambas ciudades obligan a pedir días libres en el laburo, cargar varias mudas de ropa y tener el dinero suficiente como para sobrevivir, al menos, tres jornadas fuera de casa.

Tres meses después de su último show, en Junín, el Indio volvió a convocar a sus seguidores para la que será la última presentación de El Perfume de la Tempestad, su tercer disco solista. Para muchos ricoteros, el viaje implica una experiencia ya vivida antes que mantiene la expectativa por su intensidad. No se trata sólo de un concierto. Es un retiro espiritual inverso: acá no habrá tranquilidad ni introspección, sino todo lo contrario. El sentimiento de los verdaderos fanáticos saldrá a la calle a emocionarse y decir que cada concierto puede significar una de las cosas más importantes que existen en su vida.

Desde que se volvieron masivos, a mediados de la década del noventa, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se convirtió en el grupo más importante de la historia del rock argentino, el que más paredes tiene a su favor, el que más seguidores posee, a pesar de llevar más de diez años de inactividad. Solari, la estampita, se quedó con la mística del folclore ricotero: el viaje, los shows masivos y la grandilocuencia. Algo que muchos acusan de ser apenas un cúmulo de infradesarrollados cantando ebrios, fumados, merqueados y desaforados letras que no terminan de entender, escritas por un burgués que la va de popular.

martes, 29 de julio de 2014

El Perrodiablo

(Foto: Cata Moncal)

Transpirado, en cueros, agitando constantemente, arengando con gritos y ademanes de un tipo que está sacado por la música, Doma se tira al público. Baila en el pogo sin parar de cantar. Apoya su frente en la de otros y arma un coro como hacían los Beatles en un sólo micrófono, pero a niveles de violencia sonora extrema. Mientras tanto, en el escenario, los cuatro músicos restantes laburan para que esa locomotora sin vagones prendida fuego que es El Perrodiablo atraviese las vías y las estaciones sin dejar nada en pie. Y recién van por el primer tema de la lista.

A esta altura, la entrega total que hace El Perrodiablo en vivo, con los amplis en 11, ya es una confirmación que se desparrama cada vez más. Capaces de tocar para metaleros ortodoxos o hipsters palermitanos, los integrantes de este quinteto de La Plata asumen el rock como oxígeno durante todos sus shows. El grupo tuvo un 2013 de repercusión y mayor notoriedad gracias a la gran recepción que tuvo El Espíritu, su tercer disco, editado en 2012. Desde entonces, ver a El Perrodiablo en vivo es casi una obligación para el escucha actual del rock de acá. Los álbumes editados (disponibles en elperrodiablo.com.ar) muestran sólo un costado, el que remite a The Stooges y MC5. Para apreciarlos por completo hay que estar ahí, poguear con Doma, ver a los demás (Chaume y Lea, en guitarras; Fran, en bajo y Joseph, en batería) en un pogo estático, interior. Empujando desde sus instrumentos.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Hacer la revolución con una canción de amor


En el cierre de Ciudad de pobres corazones, Fito Páez ya lo venía pidiendo: dame tu amor, sólo tu amor. En Ey! tenía sueños de amor. En el final de Tercer mundo, insistía: dale alegría a mi corazón y ya verás que no necesitaremos nada más. Páez tenía que crear El amor después del amor, su maltratada vida lo exigía. Con 29 años, el rosarino era un huérfano que había perdido a toda su familia. Tras haber sido criado sin su madre, fallecida cuando él era un bebé, había soportado la muerte de su papá y el asesinato de sus abuelas en un lapso muy corto de tiempo. Antes de cumplir 25, la parca había llegado para Fito. Había arrasado con todo, todo un vendaval.

Páez se dio cuenta de que su salvación era lo contrario a la tristeza. Que la felicidad del amor lo alejaría de la muerte, por eso lo exigía con desesperación. Lo sabía porque había estado en las dos orillas. Había aprendido que el llanto terminaba en la risa. Su relación con Cecilia Roth, una de las musas más efectivas que se recuerden, lo levantó nuevamente y lo inspiró para crear las canciones que formaron su mejor disco, el más exitoso del rock argentino. Con los años, ya sin Cecilia, Páez siguió reflexionando al respecto: nos pasan tantas cosas en la vida que si aparece el sol hay que dejarlo pasar, le hizo cantar a Spinetta en “Bello abril”, una canción de 2003. Por la misma época, Cerati opinaba algo similar: si un amor cayó del cielo no pregunto más.

El amor es fundamental en la vida de Páez y en el desarrollo de todo el rock local. Es lo que estaba buscando Pappo. Su falta lo hacía desconfiar. El amor lo salvaba a Charly y lo ilusionaba cuando aún era un adolescente inexperto que soñaba con relaciones idílicas que volcaba en las letras de Sui Generis. ¿Acaso no es “Compañera” la canción más emocionante de la carrera de Ariel Minimal? Yo no sé lo que me pasa cuando estoy con vos, chica rutera, te pido que vuelvas. Hasta el durísimo Ricardo Iorio, man in black que vuelve a las cavernas, lo afirma: si no hay amor mejor bajate, si no hay amor nunca habrá sueños, si no hay amor se muere antes, si no hay amor se pierde siempre. Debes saberlo. En 1992, Fito sabía que si no había amor, mejor que no hubiera nada, entonces, alma mía. ¿No se puede vivir del amor? Quizás, pero nadie puede y nadie debe vivir sin amor. Porque only love can sustain.

lunes, 29 de julio de 2013

El golpetear del salvaje

(Me gustaría incluir los créditos de la foto, pero no encontré ninguna referencia)

El mismo tipo que escribe clásicos del rock proletario y denuncia las injusticias de la sociedad, reclamando una mayor igualdad (“El pibe tigre”, “Sentir indiano”); en treinta segundos de entrevista derrapa con las cuatro ruedas, vuelca y se lleva todo puesto (“Si vos sos judío no me vengas a cantar el Himno”). Es capaz de escribir canciones que pintan paisajes de manera perfecta (“Río Paraná”), que invitan al viaje con todos los sentidos, aunque sólo se pueda escuchar (“Convide rutero”). Su pluma es un pincel nítido que absorbe los lugares y los devuelve hechos poesía. Posee una voz de tierra adentro que transmite una emoción y un disfrute equivalente a un asado con amigos, un domingo al mediodía, lejos de la ciudad. El mismo rudo bonachón de modales toscos que desprecia el dinero y cultiva la amistad deviene en demonio temible ante el menor suspiro. A diferencia del Pappo más etílico, él no te tira dos pesos (“Para que te comprés una cara nueva”) antes de cagarte a trompadas; sino que insulta y dice frases incoherentes de manera admirable. Es un AK 47 de la puteada y la declaración bestial. Dos caras de la moneda. El Harvey Dent del metal pesado argentino: Ricardo Horacio Iorio, argentino, 50 años, prócer.